Barolo es, probablemente, el vino más célebre de la región de Piamonte, al norte de Italia. Su producción se realiza completamente a partir de uvas Nebbiolo en sus variedades Lampia, Michet o Rosé. Barolo fue uno de los primeros vinos, a la par del Brunello di Montalcino, en lograr el estatus de Denominazione di Origine Controllata e Garantita (DOCG), cuando se introdujo dicha denominación en 1980. La zona productiva de Barolo se asienta en los poblados de Barolo, La Morra, Castiglione Falletto , Serralunga d’Alba y Monforte d’Alba, en las colinas de Langhe en la periferia de Alba.
La historia detrás de los legendarios vinos Barolo se caracteriza por la capacidad de adaptación y transformación. Por siglos, se elaboró vino en la región de Piamonte, cuando agricultores locales empezaron a utilizar una variedad de uva autóctona, la Nebbiolo para producir vino de mesa.
Fue a principios del siglo XIX que una joven francesa, llamada Juliette Colbert, contrajo matrimonio con el aristócrata italiano, Carlo Tancredi Falletti. Colbert introdujo a Piamonte la técnica de añejar vinos en barricas. Por supuesto que esta práctica ya se llevaba a cabo con asiduidad en la región de Burdeos, de donde ella era originaria. El producto resultó en un vino notablemente diferente, llamado a partir del pueblo donde estaba situado el castillo en que la pareja había asentado domicilio: Barolo. Pronto, se convirtió en el preferido de la noble Casa de Saboya, pero aún faltarían años para que su sabor evolucionara favorablemente.
Las dificultades y los desafíos
En la región vitivinícola de Barolo, hasta la década de los cincuenta, era habitual para las generaciones de jóvenes mudarse a Torino para trabajar en la industria automotriz. En efecto, un puesto de tiempo completo en las fábricas implicaba una redención de las adversidades propias de la vida rural.
Así, pues, la producción de Barolo no resultaba rentable y lo más habitual era que la mayoría de los granjeros tuvieran un barril o dos de vino en sus bodegas. Apenas lo suficiente para satisfacer las necesidades de la familia. Asimismo, la producción casera de vino para la venta no era una opción viable. Lo más habitual era vender las uvas a un puñado de grandes y acaudalados productores viñateros.
Barolo era, hasta entonces, elaborado precariamente en sótanos mohosos en los que un barril heredado de los abuelos suponía un tesoro invaluable. Sin dudas, comprar uno nuevo para reemplazarlo era demasiado costoso, sin embargo, estos barriles serían muy viejos como para agregar algo a los vinos.
Los muchachos Barolo
Así, el añejamiento de Barolo en barriles franceses supuso la primera innovación traída a Piamonte por Elio Altare y sus amigos (llamados «los muchachos Barolo«). Estos “muchachos Barolo» era un grupo de productores vitivinícolas italianos de la región, quienes, comenzando a finales de la década del cincuenta, revolucionaron los métodos y la cultura de hacer vino en el área. Su esfuerzo se centró en hacer menos tanínico y más ameno al vino Barolo utilizando nuevas técnicas tales como reducir el número de uvas cosechadas y utilizar un nuevo tipo de barril.
Conocido como «barrica», el nuevo barril tenía una capacidad de solamente 225 litros. También era considerablemente más pequeño que los tradicionales, resultando en más líquido en contacto con la superficie interna del recipiente. Consecuentemente, el vino absorbería más sabores del roble francés tostado y los taninos de las uvas Nebbiolo evolucionaría con facilidad. Esa pasión propia de los muchachos por llegar a la mejor expresión de Nebbiolo definió el estilo moderno de Barolo porque el que hoy es reconocido.
La cosecha verde
La revolución del vino Barolo implicó nuevos trabajos, no solo en las bodegas, sino que en los viñedos también. Asimismo, introdujo una nueva técnica de pasificado. En adición a la típica sesión de pasificado llevada a cabo en invierno, los racimos ahora serían cortados de las vides en agosto, unas semanas antes de la cosecha. Esa técnica sería llamada «cosecha verde» y apuntaba a reorientar nutrientes de la vid a los pocos racimos que quedaban, de manera que se concentrara en las etapas finales de maduración.
Todo esto, sin embargo, trajo serios conflictos generacionales. Por un lado, los granjeros más veteranos se esforzaron por entender y aceptar estas innovaciones importadas desde Francia. Así, por ejemplo, Chiara Boschis, la única mujer entre los muchachos Barolo, debió enfrentar un fuerte malestar familiar. El conflicto surgió luego de haber sido descubierta cortando uvas de los viñedos familiares en verano. Elio Altare llegó, incluso, al punto de destruir con una motosierra los viejos barriles de su familia. Ello le valió la remoción de la herencia por obra de su padre. Sorprendentemente, el hombre falleció dos años después, todavía creyendo que su hijo había enloquecido.