La Fórmula 1 es así. No existe ni mas ni menos que lo que se vivió el fin de semana con Franco Colapinto y su Williams en el GP de Las Vegas. La máxima categoría propone una serie de requisitos puntuales para quienes quieren correr y ser parte de este circo. Las presiones son cotidianas. Son parte del día a día de los pilotos y solo los que están capacitados para entender, asimilar y convivir con ellas serán quienes pueden subsistir en esta selva donde el más fuerte si se come al más débil sin ninguna contemplación. Y esto es ley aun hasta los mas consagrados como Max Verstappen o el mismo Fernando Alonso
Franco ha demostrado tener ese ADN capaz de enfrentar a la Fórmula 1. Los días previos y sus historias fuera de la pista. La llegada a una carrera luego del fuerte golpe de Brasil. La inquietante sensación de poder entender nuevamente un auto de estas magnitudes y la obligación de seguir demostrando que todo lo que se habla de él es cierto. Esas son apenas una parte de las presiones a las que se someten los pilotos, en este caso el argentino Franco Colapinto.
Pero también existe la presión de los fanáticos. La idea de un piloto casi perfecto producto de un buen resultado que solo marca el rumbo establecido y la capacidad que con el tiempo deberá ir demostrando. Hoy Colapinto esta en una etapa de demostración. De convencer a quien corresponda que su capacidad esta a la altura de las exigencias de la Fórmula 1. En ese proceso los errores toman mayor magnitud y los problemas son permanente compañeros que suelen ayudar a las equivocaciones. Solo el temple podrá combatirlos.
Ser parte de una grilla de partida que solo aloja a 20 pilotos de todo el mundo no es fácil. Los suelos de miles de jóvenes que inician el camino que los pueda llevar a la F1 son muchos, pero en el proceso van quedando afuera y eso genera un cuello de botella que tal vez le permite llegar a solamente una persona. Entonces hay que entender donde estamos parados. Que paso hace un par de meses atrás y cuanto puede pasar en los próximos días y que pude sellar la historia en torno a las definiciones que están por llegar.
El exitismo argentino es el principal enemigo que hoy debe enfrentar los momentos de Franco Colapinto. El joven piloto se pegó en Brasil. Llego a Las Vegas en sus días más tormentosos por su vida privada. Salió a girar en un callejero con un auto recuperado y un piso que no se condice con las normas de un circuito fueron los condimentos para un fin de semana distinto. A eso hay que sumarle que cuando venía para una vuelta histórica, el destino lo llevó a golpearse contra el muro destrozando el auto nuevamente. Otro error que marcó su momento.
Todo esto sumado a la posibilidad de poder ser parte del equipo campeón del mundo junto a una de las máximas figuras del automovilismo mundial como Max Verstappen donde nada se hace al azar y donde cada segundo de convivencia puede ser el último. Tener todo eso en apenas un puñado de competencias en la F1 genera un cúmulo de sensaciones que alteran el temple y la serenidad de cualquier ser humano cotidiano y de a pie.
Así había que salir a correr una competencia después de rearmar el auto y tener la alta médico producto del fuerte golpe que sacudió todo su cuerpo y puso en riesgo su salud. En ese contexto el argentino largo desde boxes y llegó en el puesto 14 salvando el honor del equipo ya que su compañero quedó fuera de carrera de manera temprana. Es así la Fórmula 1. Es vertiginosa y delirante. Es una montaña rusa de sensaciones y momentos álgidos que sacude mentalmente a las personas y los lleva de un lugar a otro en apenas un segundo, casi como la velocidad en pista.
Hoy hay que establecerse y pararse en la realidad que vivimos con Franco Colapinto, Deberíamos dejar ese exitismo de lado para entender que las cosas que pasan son situaciones claras del destino que se deben ir escribiendo a cada minuto respetando la vorágine que exige la Fórmula 1 para ser parte de este circo, Pero eso los aficionados debemos someternos a ese examen de conciencia para poder disfrutar de lo que pasa. Pero también Franco deberá entender que la vida en la Fórmula 1 exige solo ser correcto y no pisar en falso. De lo contrario todos saben cual es la puerta de salida.