La Casa Ruinart difiere de cualquier otra. En efecto, fue la primera Casa de Champagne, establecida en los albores del siglo XVIII, más puntualmente en el año 1729. La inspiración provino de un monje muy adelantado a su tiempo. Dom Thierry Ruinart fue, verdaderamente, un visionario trabajador e intuitivo, además de modesto, perteneciente a la orden benedictina. Ruinart vivió desde 1657 hasta 1709, por lo que fue un contemporáneo del «Rey Sol», Luis XIV, emblema de la llamada Monarquía Absoluta.
El monje Runiart fue, en efecto, un teólogo e historiador brillante. Tal es así que a la edad de 23 años abandonó su hogar en Champagne con destino a la abadía de Sain Germain des Prés, uno de los más influyentes centros educativos en las cercanías de París. Estando allí, conoció tanto la ciudad como la corte, donde adquirió la experiencia de una vida más mundana. Específicamente, descubrió el novedoso «vino con burbujas«, todavía no conocido por el nombre de la región y que ya entonces era popular entre los jóvenes aristócratas.
El 1 de septiembre de 1729, en Reims, una comuna situada a unos 130 kilómetros al este de París, en el corazón de la región de Champagne, Nicolas Ruinart redactó la carta fundación de Maison Ruinart, el crear, en simultáneo, la primera empresa productora de Champagne del mundo. Ello dio origen a un emprendimiento que continúa floreciendo y prosperando luego de casi trescientos años. La intuición de su tío, el monje Dom Thierry Ruinart quien antaño hubiera señalado el camino, terminó deviniendo, de esa manera, la inspiración e iniciativa necesarias para hacer historia.
A mediados del siglo XVIII, con la finalidad de resguardar las botellas, Ruinart adquirió los famosos y antiguos crayères (hoyos calcáreos) excavados debajo de la ciudad de Reims. En 1764, la Casa Ruinart envió su primer Champagne Rosé a través de Europa. Ennoblecida y adoptando el nombre de Ruinart de Brimont en 1817, la familia dirige la casa de forma constante desde hace más de dos siglos. Cada generación supone un Jefe de Casa con talentos específicos que concede su servicio a sus descendientes.
Las bodegas calcáreas
A una profundidad de aproximadamente 40 metros debajo de la superficie, las bodegas Crayères de Maison Ruinart dan cuenta de su historia y su expertise. Estas antiguas canteras calcáreas se hallan inmaculadas y ejemplifican el carácter único de la región de Champagne.
En suma, las bodegas suponen un verdadero laberinto que abarca ocho kilómetros y constituye el sitio donde se resguardan y almacenan las botellas de Maison Ruinart. Quienes tienen la fortuna de poder visitarlas y recorrerlas salen asombrados por su dimensión y la tranquilidad. No es menor señalar que este espacio en Reims fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y es posible recorrerlo en un tiempo aproximado de solo una hora.
Sin embargo, y lamentablemente, este sitio histórico de Maison Ruinart se encuentra actualmente atravesando una serie de renovaciones. De manera que la fachada exterior puede verse afectada hasta que se den por finalizadas las obras. Antiguamente, las canteras, se cavaron en el siglo 5 d.C. con la finalidad de extraer material para la construcción de fortificaciones medievales.
Ruinart fue pionera en situar allí las bodegas en el siglo XVIII. Los veinte fosos de la mansión están separados a lo largo de dos niveles a una profundidad de casi 40 metros. Gracias a las condiciones idóneas de humedad, temperatura y luminosidad, resultan perfectas para el almacenamiento y añejamiento de los vinos Ruinart.
El Champagne
La estrella de la casa sin dudas es el Ruinart Blanc de Blancs, elaborado exclusivamente a partir de uvas Chardonnay. Este blend unifica el balance propio de la frescura y redondez a partir de cada terrori específico. Cada uno de ellos es seleccionado por la individualidad de sus Chardonnays, contribuyendo de esa manera a la complejidad del blend.
Ruinart Blanc de Blancs incluye al rededor de 25 y 30 diferentes tipos de Crus Chardonnay, predominantemente de áreas tales como Côte des Blancs, Montagne de Reims, Sézannais y La Vallée de la Vesle. Cada una de las cuales da cuenta de la diversidad intrínseca del terroir de Champagne.
