El Gobierno argentino, liderado por Javier Milei, busca redefinir los términos de su relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en un contexto de necesidad urgente de financiamiento. Con un antecedente de deuda que supera los USD 45.000 millones, el acuerdo renovado podría incluir condiciones que transformen la política económica del país. Las conversaciones preliminares ya comenzaron, y las decisiones clave podrían surgir en las próximas semanas.
El FMI publicó recientemente un informe Ex Post sobre el programa firmado en 2022, donde reconoció que las políticas implementadas desde diciembre de 2023 por el nuevo gobierno permitieron corregir desequilibrios macroeconómicos. Sin embargo, el documento también señaló problemas persistentes, como la falta de acumulación de reservas y los controles cambiarios vigentes, aspectos que podrían convertirse en puntos críticos en las negociaciones.
El ministro de Economía, Luis Caputo, y su equipo mantienen contactos diarios con funcionarios del FMI, preparando el terreno para conversaciones de alto nivel que podrían tener lugar en el Foro Económico Mundial en Davos. Allí, Milei y Kristalina Georgieva, directora gerente del organismo, podrían definir los lineamientos del nuevo acuerdo.
Los modelos disponibles y sus implicancias
De acuerdo con expertos, Argentina podría optar por dos modelos de acuerdo con el FMI: un Stand-By Agreement (SBA) o un Extended Fund Facilities (EFF). El primero, de corto plazo, se enfoca en necesidades inmediatas de balanza de pagos, mientras que el segundo tiene un horizonte más largo y requiere reformas estructurales significativas.
Casos recientes de acuerdos con el FMI ofrecen lecciones importantes para la Argentina. En Egipto, por ejemplo, el gobierno implementó un régimen cambiario flexible y políticas monetarias restrictivas, lo que implicó una devaluación significativa de su moneda. Por su parte, en Pakistán, el acuerdo incluyó devaluaciones y reformas en el sector energético, mientras que Sri Lanka mantuvo controles cambiarios estrictos durante la primera etapa de su programa, flexibilizándolos gradualmente. En todos estos casos, la condicionalidad del FMI exigió políticas fiscales y monetarias contractivas, reformas estructurales y la eliminación de controles de capital y restricciones cambiarias.
Las condiciones para Argentina
El FMI podría insistir en medidas como la unificación cambiaria, que implica eliminar los múltiples tipos de cambio existentes y permitir que el peso flote libremente según la oferta y demanda. También podría requerir la eliminación de controles de capital para facilitar las operaciones financieras internacionales y garantizar la estabilidad del mercado cambiario. Además, podrían exigir reformas fiscales orientadas a reducir el gasto público y garantizar el superávit fiscal, junto con una política monetaria contractiva que contemple un aumento de las tasas de interés para controlar la inflación.
El Gobierno sostiene que ya está implementando políticas más estrictas que las exigidas por el Fondo, destacando avances en el equilibrio fiscal y la reducción del déficit. Sin embargo, la salida del cepo cambiario y el desmantelamiento del dólar blend siguen siendo puntos de debate.
¿Un acuerdo favorable o más ajustes?
Analistas como Emmanuel Álvarez Agis, de PxQ, sugieren que el FMI podría exigir medidas similares a las implementadas en acuerdos anteriores, como la eliminación de controles cambiarios y políticas monetarias restrictivas. Sin embargo, el respaldo político de una administración republicana en la Casa Blanca podría inclinar la balanza a favor de Argentina, permitiendo condiciones más flexibles.
El éxito de las negociaciones dependerá no solo de la voluntad del Gobierno argentino para implementar cambios, sino también de la disposición del FMI para adaptarse a las particularidades del caso argentino. Un acuerdo equilibrado podría marcar un punto de inflexión en la recuperación económica del país, mientras que ajustes excesivos podrían generar tensiones sociales y económicas.