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VIDA Y ESTILO

Al calor, con imaginación: cócteles con vino para pasar el verano

Verano, playa, arenas, ríos invitan a disfrutar de bebidas refrescantes; la originalidad también es una carta ganadora para inventar tragos novedosos

Cócteles con vino

Las altas temperaturas invitan a programas veraniegos. Piletas, picnics, ríos y distintos paseos son las ofertas con diferentes opciones. A veces es necesario poner una cuota de imaginación, invitar a amigos a compartir cócteles con vino es un must de este verano, que dejó atrás la clásica propuesta de tragos con bebidas blancas.

La estación se relaciona inmediatamente con espumantes o vinos blancos, la habilidad y la creatividad llaman a dar un paso más, por eso el vino tinto es una excelente opción. Pileta y clericot son un clásico en América Latina. Esta bebida mezcla vino blanco o rosado con frutas de temporada troceadas.

¡Manos a la obra! En una jarra, verter una botella de vino, medio litro de bebida gasificada con limón o soda, y agregar frutillas, kiwis y duraznos cortados. Poner en la heladera aproximadamente una hora. A la hora de servir, hacerlo con hielo en cada vaso.

Nos trasladamos mentalmente a Cuba para recrear el afamado mojito, pero esta vez reemplazando el ron por vino blanco. Para lograr este trago ponemos hojas de menta frescas machacadas con una cucharadita de azúcar, agregando el jugo de medio limón, hielo, 150 ml de vino blanco seco y añadir un toque de soda. Revolver suavemente, y si quieres sorprender, agrega unas hojas de menta como decoración.

Variantes de los cócteles con vino

¿Qué tal una variante del tradicional cóctel Bellini veneciano? El Bellini fue creado por Giuseppe Cipriani en el Harry’s Bar de Venecia. Como ingredientes lleva prosecco, o cualquier vino espumante seco, y 50 ml de puré de duraznos blancos frescos o jugo de durazno.

Podemos darle un giro, haciendo un Bellini de frutillas, licuando 100 gramos de frutillas frescas hasta tener un puré suave. Dos cucharadas de este puré en una copa de champán con el añadido de espumante frío. Eso sí, lo bueno, si lento, dos veces bueno. Remover suavemente y “¡voila!”.

Otra opción muy acertada es la sangría blanca, una versión liviana de la sangría que conocemos, heredada de la española, que a su vez se remonta a la costumbre de los romanos de tomar vino mezclado con agua y frutas para purificar el agua saborizándola, y saltó a la fama en la Exposición Universal de Nueva York del año 1964 cuando se la presentó como una típica bebida española.

Para la versión blanca, echamos mano de una botella de vino blanco seco, añadimos 50 ml de licor de naranja, 500 ml de jugo de naranja y un mix de uvas, peras y manzanas. Una recomendación: elegir muy bien las frutas, ya que la incorporación de trozos que no estén en óptimas condiciones puede desvirtuar el resultado final del trago.

Para completarla es necesario dejarla reposar en la heladera por espacio de al menos una hora para emulsionar los sabores. Servir también con hielo.

Otra propuesta muy original es el “spritzer” de vino blanco con el agregado de pepino. Pero ¿qué es el “spritzer”? Se trata de una opción refrescante que se originó en Hungría y Austria en el siglo XIX para alivianar el vino, que por lo general era blanco, agregándole soda. La palabra “spritzen”, en alemán significa ‘rociar’, que es el efecto que se logra con la incorporación de la soda.

Para un buen “spritzer” combinamos 50 ml de vino de agua con gas con 150 ml de vino blanco seco, cortamos finas rodajas de pepino e incorporamos hojas de menta. Servir con abundante hielo. Una variante para los amantes del dulce sería el rosé spritz, combinando vino rosado con frutas. En un vaso con abundante hielo poner 60 ml de vino rosado, 30 ml de agua con gas y 30 ml de jugo de pomelo. Si te gusta sorprender con la presentación, la clásica rodaja en el vaso no falla.

Los clásicos de siempre que son un must

El espumante en verano es un clásico, ¡ni qué hablar del ananá! Por eso, mezclar 150 ml de jugo de ananá con 150 ml de espumante frío. Así como suena, sencillo y efectivo para el calor. Volviendo a España, el clásico tinto de verano es otra muestra de que nos une algo más que el idioma con los españoles. Para un buen tintillo de verano, mezclar partes iguales de vino tinto joven, sin madera, con una bebida gasificada de limón o soda. Poner en un vaso con hielo y ¡a disfrutar!

No nos olvidemos del siempre presente jengibre. Sí, el muy asiático jengibre. Esta vez la propuesta es mezclar 50 ml de licor de jengibre con 150 ml de vino tinto y una cucharada de jugo de limón exprimido, evitando el que viene envasado. Este exótico cóctel vale lo que promete. No defrauda y duplica la apuesta, categorizando el momento.

Lo importante es usar elementos frescos, ya que un error en la incorporación de productos que no estén en buen estado arriesgará todo un plan. Por eso y por mucho más… Al calor, buena cara e imaginación.