En el sector del vino existe un gran número de profesiones y oficios, pero sucede que algunas, a primera impresión, son similares y hasta incluso llegan a confundirse. Entre ellas, aunque presentan una serie de características distintivas, se cuentan las de sommelier, enólogo y catador de vinos. Desde luego, el punto que tienen en común estas profesiones es que todas se desarrollan en torno al vino, son unos aficionados de sus labores y presentan una fuerte vocación. Aún más, en términos generales, para un sommelier, un enólogo y un catador de vino, su trabajo suele ser, al mismo tiempo, su pasión.
Qué hace un sommelier
Sommelier es una palabra cuyo origen se remontan al francés y que, en ocasiones, en español se adapta como sumiller. Quien desempeña esta labor debe ser un especialista en vinos que se desempeña en una sala de algún restaurante u hotel y se ocupa de recomendar vinos a los diferentes comensales combinando el producto con los gustos del cliente y dando origen a un maridaje adecuado. Las cualidades de un buen sommelier deben ser dotes psicológicas, una empatía desarrollada y conocimientos profundos acerca del producto que están ofreciendo. Asimismo tienden a ser personas naturalmente curiosas y con notables aptitudes de comunicación.

El principal secreto para llevar a cabo su trabajo es haber bebido cientos de vinos, saber de las mejores regiones vinícolas, identificar las variedades de uva, haber visitado bodegas y la capacidad de transmitir la esencia del vino que están vendiendo. En algunos países, un sommelier con certificado profesional puede identificarse porque ostenta un collar con una pequeña taza. Este distintivo implica que se trata de un experto en maridaje. La diferencia principal con un enólogo es que el sommelier es un profesional que interviene luego de que ya se ha fabricado el vino y mientras se está comercializando. En suma, el sommelier se encarga de analizar los vinos como si fuese el consumidor para así ser capaces de recomendarlos de manera objetiva.
El trabajo de los enólogos
Por su parte, el enólogo es el responsable de dirigir y supervisar el proceso de elaboración del vino al interior de una bodega. En otras palabras, se trata del especialista de cada bodega. Asimismo, también puede ocuparse de la gestión de los viñedos, determinando cuándo es el momento de recoger la uva, cuándo se debe podar o si acaso deben efectuarse cambios en el cultivo. La característica fundamental de un enólogo es que se trata de personas que tienen un conocimiento amplio de la elaboración del vino, ya que se ocupan de la toma de decisiones en materia del tipo de depósito para la fermentación, el tiempo de maceración que precisa cada vino, el uso de sulfitos, tiempo de añejamiento, el tipo de barrica que se emplea, el momento del embotellado del vino, entre otros por el estilo.
Las profesiones de sommelier y enólogo, en algunas ocasiones, se lleva a cabo por una misma persona. Así, por ejemplo, durante una visita guiada en una bodega, el enólogo se ocupa de desarrollar cómo se realiza la elaboración del vino y, si cuenta también con dotes de comunicación y suficiente soltura social, es perfectamente capaz de aconsejar a los comensales cuál sería el mejor vino para cada uno de ellos, dirigir las catas de vinos, analizar los productos, etcétera. En suma, el enólogo se encarga del vino desde su origen hasta el embotellado. Se trata de un perfil muy técnico que se esfuerza para desarrollar el vino tal y como lo desea, efectuando actividades de investigación vitivinícola.
La noble tarea de la cata de vino
Otro oficio a distinguir del sommelier y sommelier es el catador de vinos. Quienes cumplen esa función son los encargados de testear y evaluar la calidad de un vino luego de su embotellado. Por otro lado, lleva a cabo su tarea mediante los sentidos de la vista, el olfato y el gusto. Es decir, el catador analiza de manera sensorial las características del vino. Para ser un buen catador de vinos es clave tener formación de somelería o enología, a la vez que conocer acerca de uvas, texturas del vino, tiempos de crianza, y una agudeza de lo sentidos, a la vez que buena memoria de sabores y aromas.

A la hora de probar distintos tipos de vino, el catador sabe hallar los matices, las impresiones, los aromas, los colores y las texturas. La característica fundamental de un catador de vinos es haber desarrollado cierta sensibilidad y sutileza para ser capaz de identificar aquello que el enólogo ha querido transmitir con la elaboración de cada vino. En suma, un catador de vinos es la figura que prueba diferentes tipos de vinos con el objetivo de encontrar y juzgar tanto las características como la calidad de cada uno de ellos.
El objetivo fundamental de todo buen vino es el de evocar sensaciones en el consumidor, expresando diferentes aromas y colores, con claras referencias a su origen autóctono y que el consumidor, en cada copa, experimente un momento único. Estas tres profesiones inciden de manera determinante en cumplir con aquellos objetivos. Aunque están íntimamente relacionadas, cada día difieren más entre sí.