Está constatado de manera cabal que ingresar al mundo de las apuestas online consta de un procedimiento asombrosamente sencillo. Efectivamente, en cuestión de minutos, una persona puede crearse un usuario, transferir dinero y comenzar a apostar. En el caso de los sitios legítimos, es preciso constatar la identidad mediante el protocolo KYC. Sin embargo, cuando se trata de las plataformas ilegales, es muy fácil participar para un menor de edad.
Así pues, Florencia Gabutti, una docente y especialista en ciudadanía digital procedente de la ciudad de Córdoba, realizó una prueba con el objetivo de constatar qué tan fácil es para un adolescente comenzar a apostar en las plataformas de apuestas online. Sorprende que todo el procedimiento no supuso más tiempo que tres minutos. Tres minutos en los que no se le solicitó ningún dato identitario. No pidieron su número de documento, ni su edad, ni siquiera fue preciso constatar su nombre completo.

Sencillamente, mientras exploraba el apartado de historias de la red social Instagram, se topó con la publicidad de una reconocida influencer argentina, que versaba acerca de los beneficios de un sitio de apuestas online. Al ingresar al link, en cuestión de segundos se encontró dialogando por WhatsApp con un cajero, que apenas le solicitó un nombre de pila. Posteriormente, le confeccionó un usuario y una clave, y le solicitó que realizara una transferencia de mil pesos a un número de CBU. En cuestión de minutos, estuvo en condiciones de apostar.
El caso de muchos jóvenes
Sabemos de la alarmante cantidad de jóvenes que quedan cooptados en las entrañas de estas prácticas ilegales e ilegítimas en los últimos años, particularmente, los últimos dos. Sin embargo, es igualmente preocupante la cantidad de adolescentes que, sin presentar indicios de tendencias ludópatas, comenzaron a insertarse en el entorno de las apuestas online sin el conocimiento ni la autorización de sus progenitores.

Con el objetivo de llevar a cabo de manera efectiva la captación de apostadores, existe toda una mecánica que sustenta la ilegalidad. Streamers, influencers, cajeros, prestamistas y administradores son todos engranajes que participan de manera constante en estas lógicas, sin importarles si se trata de jóvenes vulnerables o jugadores adultos experimentados.
En efecto, en estos sitios no existe ningún tipo de control, de modo que quienes acceden quedan en una situación muy vulnerable a estafas. Por un lado, pueden sustraerse datos tanto personales como de las cuentas. Asimismo, es frecuente hacer transferencias o depósitos y sin que nunca se retribuyan los créditos adquiridos. Por otro lado, no se garantiza un juego justo. Pero, sin dudas, lo más problemático de todo es la no verificación de la edad de quien participa.