Los tiempos de la Fórmula 1 ya no son los de antes. Todo viaja a la velocidad de los autos en pista y todo parece estar mas comprimido. Los pilotos ya no tienen tiempos. Los equipos no cuentan con un proceso lógico de desarrollo y así parece que la F1 pasa a ser una picadora de carne en todo su sentido. Luego del GP de China todo se dio vuelta. La posibilidad concreta que Franco Colapinto vuelva a ser titular en un auto de Fórmula 1 es concreta, la pregunta es ¿en cual? ¿Será con Alpine sustituyendo a Jack Doohan o tendrá que emigrar a Racing Bull para ocupar el lugar que podría dejar Yuki Tsunoda quien reemplazaría a Liam Lawson?
Estas son incógnitas que surgieron luego del mal paso dado por muchos en la competencia de Shangaí. En Alpine se pregunta todavía que paso en estas dos fechas donde el equipo de origen francés no logró sumar puntos. La ilusión de contar con una escuadra pujante, fuerte y contundente para meterse entre los mejores del segundo pelotón quedaron atrás, muy atrás. En Red Bull intentan encontrar una explicación lógica al desempeño de Lawson que no estuvo ni cerca de lo que se esperaba de él.

Entonces empiezan a surgir los rumores y los planteos. Los equipos buscan resultados. Solo resultados y cuando no llegan hay que tomar decisiones. El problema es cuando no hay tiempo. Cuando las cosas viajan tan rápido que no existe el momento ni el tiempo para poder desarrollar y lograr una adaptación. Los pilotos deben sentarse en los autos y ofrecer resultados positivos. No hay margen para un periodo de entendimiento y conocimiento de las tendencias de un auto. Todo es veloz.
Bajo esta condición parece que tanto Alpine como Red Bull corren por el mismo camino. En ambas escuderías los pilotos deberían contar con un tiempo de adaptación y entendimiento de los comportamientos de sus autos en distintas alternativas y exigencias. Pues eso ya es parte del pasado. Acá hay que llegar, sentarse y salir a darle al equipo los resultados esperados, de lo contrario llegan los cambios y seguir adelante sin importar el presente de cada piloto.
Tanto Doohan como Lawson comenzaron este año con la pesada mochila de tener que demostrar de manera inmediata porque están allí. El hombre de Alpine todavía no puede vivir con la presión de tener a Franco Colapinto esperando su oportunidad. Todas las miradas puestas en su trabajo y eso genera una presión que deja a la vista los resultados de un piloto que debe luchar contra sus propios miedos, exigencias y además con la presión que generan los factores externos. Lawson también sufre la presión. Y al parecer no ha podido convivir con ella en estas dos competencias.

El jovencito de Red Bull vino a suplantar a un experimentado como Sergio Perez que tuvo que irse por la puerta de atrás injustamente. Liam se mostró seguro de si mismo generando un microclima que hoy le juega en contra. El australiano se ubico en un punto que todavía no le correspondía y solo lo lograría con resultados y buenos trabajos sobre el Red Bull. Todo eso no sucedió y en tan solo dos carreras su continuidad esta seriamente cuestionada lo que significa que el margen para el futuro inmediato es prácticamente nulo.
La Fórmula 1 ha cambiado y todo es vertiginoso. La realidad también marca que a este ritmo será difícil concretar la participación de nuevas figuras sin antes someterse a un peligroso juego de superar presiones sin contar con el respaldo que significa el periodo de adaptación y conocimiento. Algo que si hace Mercedes Benz con Kimi Antonelli a quien le dio el respaldo, sacándole toda la presión y dándole la libertad de conducir y hacer lo que le permitió llegar a la F1. Solo resta esperar lo que parece que ya no existe, tiempo, solo tiempo.