El inminente acuerdo del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reactivado las expectativas del mercado sobre una posible eliminación o flexibilización gradual del cepo cambiario, una medida que ha estado vigente, con algunas interrupciones, desde 2011 y que se mantiene desde 2019. Sin embargo, uno de los principales desafíos para la apertura del mercado de cambios es la gestión de los dividendos retenidos de empresas extranjeras, que han acumulado en el país unos 6.000 millones de dólares en ganancias que no pudieron ser giradas a sus casas matrices.
El problema es que no hay margen para que estas divisas salgan del país de manera inmediata y sin control, ya que equivalen a la mitad del monto que el FMI podría desembolsar en esta nueva etapa, estimado en 12.000 millones de dólares.
Una solución con antecedentes: ¿otro Bopreal?
El mercado ya especula con una solución similar a la implementada en los primeros meses del gobierno de Javier Milei, cuando el Banco Central lanzó los Bonos Para la Reconstrucción de una Argentina Libre (BOPREAL) para atender la deuda de más de 40.000 millones de dólares que el país mantenía con importadores. La alternativa, en teoría, sería ofrecer un nuevo Bopreal como mecanismo para canalizar la salida de estos dólares retenidos en dividendos, evitando un impacto directo sobre las reservas.
Sin embargo, fuentes del equipo económico advierten que esta estrategia no sería viable en esta ocasión, ya que la emisión inicial de Bopreal se sustentó en un contexto de sobrante de pesos, lo que permitió su absorción sin generar grandes distorsiones monetarias. En este caso, el problema no radica en la existencia de pesos excedentes, sino en la posibilidad de una demanda abrupta de divisas que afecte la estabilidad del mercado cambiario.
Estrategia oficial: evitar una «Puerta 12» del dólar
Consciente del riesgo que implicaría una salida desordenada de los dólares retenidos, el Gobierno de Milei trabaja en un plan de apertura progresiva del cepo que evite un escenario de sobredemanda de divisas similar a lo ocurrido en otros procesos de liberalización cambiaria.
La estrategia recuerda a la implementada por Federico Sturzenegger en 2016, cuando fue titular del Banco Central y gestionó la salida gradual del cepo heredado de la administración anterior. En esa oportunidad, el BCRA aplicó un esquema de liberación progresiva de las restricciones cambiarias, permitiendo una transición sin grandes sobresaltos en el tipo de cambio.
Según estimaciones de la consultora Epyca, el monto de utilidades retenidas por las empresas multinacionales superará los 6.000 millones de dólares a finales de este año, una cifra imposible de afrontar de golpe, especialmente teniendo en cuenta que las reservas netas líquidas del BCRA aún son negativas en unos 10.500 millones de dólares.
¿Será necesaria una devaluación?
El economista Martín Kalos, en un reciente informe de coyuntura, sostuvo que una devaluación por sí sola no resolvería el problema, aunque podría ser un instrumento útil para facilitar la eliminación de las restricciones cambiarias y normalizar la demanda de divisas que hoy se encuentra artificialmente contenida por el cepo.
Mientras tanto, el equipo económico de Luis Caputo sigue delineando los pasos para una apertura ordenada del mercado de cambios. La clave estará en diseñar un esquema de transición que permita absorber progresivamente la demanda de dólares sin generar un impacto inflacionario ni una fuga masiva de divisas.
El desafío no es menor: el Gobierno necesita liberar el mercado cambiario para avanzar con su plan de estabilización, pero hacerlo de manera apresurada podría generar una corrida contra el peso y poner en riesgo el frágil equilibrio fiscal que logró en los primeros meses de gestión.