El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio su respaldo más contundente hasta ahora al plan económico del presidente Javier Milei. En el documento técnico publicado tras autorizar el desembolso inmediato de USD 12.000 millones, el organismo no solo destacó el equilibrio fiscal y la implementación del nuevo esquema cambiario, sino que también elogió con énfasis el proceso de desregulación del Estado liderado por Federico Sturzenegger, a quien colocó como eje clave de la transformación estructural en marcha.
En el informe, el FMI sostuvo que la Argentina avanza en una “agenda histórica de reformas” que incluyen la eliminación de barreras burocráticas, el rediseño del sistema energético, la racionalización del aparato estatal y, en una nueva señal, el impulso a privatizaciones de empresas públicas. La hoja de ruta, según el organismo, posiciona al país en una senda de crecimiento sostenible.
Luz verde a la motosierra
La visión del Fondo es clara: el nuevo Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado ha comenzado a modernizar funciones estatales mediante el cierre de entes descentralizados, la digitalización de trámites y el recorte de estructuras obsoletas. En este contexto, el FMI también enfatizó que el Gobierno deberá avanzar con la privatización de empresas públicas y la eliminación de fideicomisos como parte de su estrategia para consolidar el superávit fiscal.
“El rediseño del aparato estatal no solo mejora la eficiencia y transparencia del gasto público, sino que es fundamental para recuperar la confianza del mercado y alentar la inversión”, sostiene el informe. Además, el organismo valora la profesionalización del servicio público y el avance de un Estado más ágil, menos costoso y más enfocado en funciones esenciales.
Apertura comercial y flexibilidad laboral
En materia de funcionamiento del mercado, el FMI destacó la decisión del Gobierno de remover obstáculos a la competencia y flexibilizar el mercado laboral. Entre las medidas aplaudidas figuran las reformas al régimen indemnizatorio, los nuevos esquemas de negociación salarial sectorial y la actualización de la Ley de Competencia, claves para desarmar los privilegios sindicales heredados.
La apertura al comercio también fue bien recibida. Según el documento, la eliminación gradual de restricciones arancelarias y no arancelarias permitirá mejorar el acceso a bienes de capital, impulsar exportaciones agroindustriales y dinamizar sectores estratégicos como la minería, el conocimiento y la energía. Estos puntos, sostiene el Fondo, serán decisivos para que la economía gane en competitividad y productividad.
RIGI, infraestructura y asociaciones público-privadas
En otro pasaje clave, el FMI elogió la implementación del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), el nuevo marco que busca dar previsibilidad fiscal y regulatoria a proyectos de gran escala. Este mecanismo es considerado por el organismo como una herramienta fundamental para atraer capitales, junto con el rediseño del sistema tributario y el nuevo marco regulatorio para asociaciones público-privadas, que se desarrollará con el apoyo del Banco Mundial.
La estrategia del Gobierno, destacan, también incluye la finalización de obras críticas como la segunda etapa de los gasoductos, necesarias para consolidar a la Argentina como proveedor energético global. “La integración de reformas económicas con proyectos de infraestructura es central para el desarrollo a largo plazo”, remarca el Fondo.
Una mirada alineada con la Casa Rosada
El respaldo al equipo económico argentino no se limitó a lo fiscal o monetario. Por el contrario, el FMI se mostró alineado con la visión de transformación estructural que impulsa el presidente Milei y que tiene a Sturzenegger como ejecutor de la “motosierra” administrativa. La coincidencia entre el organismo y el Gobierno fue tal que incluso se mencionó que las reformas “continuarán en colaboración con socios internacionales”.
En otras palabras, el FMI ve en Argentina un caso de éxito incipiente en materia de shock económico, reordenamiento fiscal y desburocratización del Estado, en contraste con los modelos intervencionistas del pasado.