Pocos ídolos despiertan tanta pasión en el hincha de River como Ariel Ortega. El Burrito, símbolo de gambeta y talento, escribió su historia con la camiseta de la banda roja, pero pocos conocen cómo comenzó todo. Y lo curioso es que, en el primer viaje que hizo desde Jujuy para probarse en Buenos Aires, el plan original era otro: tenía que presentarse en Boca.
“El señor que me trajo tenía contactos en Boca e Independiente”, reveló en una entrevista con Urbana Play en 2022. “Pero cuando llegamos a Retiro después de más de 30 horas en micro, le dije que quería ir a River”. Con tan solo 16 años y sin conocer a nadie en el club, se dejó llevar por el deseo que le latía fuerte en el pecho: jugar en el equipo de sus sueños.
Lo que siguió no fue sencillo. Ortega explicó que en ese entonces las pruebas eran muy diferentes a las actuales. “Había como diez jugadores por puesto, entraban y salían sin parar. Pero agarré la pelota, no se la pasé a nadie y chau”, recordó entre risas. Volvió a Ledesma sin saber qué sería de su futuro, aunque la intuición le decía que había hecho lo correcto.
La confirmación llegó días más tarde de la forma más inesperada. “Estábamos en la vereda con mis amigos, hacía un calor bárbaro, y llegó el cartero. Me trajo una carta de River. La abrí y me largué a llorar”, relató el ídolo. Su emoción se contagió rápidamente: familiares y amigos lo abrazaron, entendiendo que ese era el comienzo de algo grande. Viajó solo a Buenos Aires en febrero de 1991, listo para cambiar su destino.
Ese gesto rebelde y soñador sería apenas el primer capítulo de una historia legendaria. Con 349 partidos jugados y 77 goles convertidos en cuatro ciclos distintos, Ortega dejó una huella imborrable. En el club de Núñez conquistó siete títulos, entre ellos una Copa Libertadores, y se ganó un lugar eterno en el corazón del hincha.
Los clásicos también forman parte de su legado. El jujeño participó en 12 Superclásicos, con cuatro victorias, cinco empates y tres derrotas. Le marcó un gol a Boca y brindó cinco asistencias, además de recibir cuatro amarillas y una expulsión en esos enfrentamientos calientes que marcan a fuego a los jugadores.
Ortega es leyenda de River, pero bien pudo haber vestido otros colores si no hubiera escuchado su intuición en aquel andén de Retiro. Esa decisión espontánea cambió su vida y la historia del club para siempre.
