Un 15 de mayo, pero de 2011, el máximo goleador de la historia de Boca, Martín Palermo, se despedía de los Superclásicos con un gol ante River para sellar un 2-0 a favor que prácticamente sentenciaría el destino del “Millonario”, que en ese mismo año perdería la categoría y descendería a la Primera B Nacional al final del Torneo Clausura 2011, tras perder la Promoción con Belgrano de Córdoba en el Monumental.
Está claro que el eterno rival llegaba tambaleando porque pensaba en los promedios y el equipo entonces dirigido por Juan José López había perdido ante All Boys en la fecha previa, pero también es cierto que, después del 2-0 en contra ante el club boquense, el visitante no volvió a conocer la victoria en lo que restaba del campeonato.
No obstante, como en todo derbi, las polémicas estuvieron presentes y el arbitraje de Patricio Loustau quedó bajo la lupa por una serie de agarrones e infracciones en el área del “Xeneize” a jugadores de la banda roja que no fueron sancionadas con la pena máxima.
Sin embargo, otros de los puntos más recordados de aquel partido fueron los graves errores del arquero visitante, Juan Pablo Carrizo, en el arco, sobre todo en el primer tanto, que llegó con un centro de córner de Luciano Monzón que el propio guardameta salió a despejar, pero terminó enviando al fondo de su propia red.
La segunda conquista de la tarde llegó, como no podía ser de otra manera, desde la cabeza del “Titán”, que transitaba sus últimos encuentros con la camiseta azul y amarilla y se despidió con un frentazo que viajó por encima del portero -con otra mala salida- y terminó en el fondo de la valla. De cara a “La 12”, el ex número “9” elevó un brazo y se llevó la otra mano al pecho, en la zona del corazón.
Sin dudas que hoy en día los hinchas extrañan y recuerdan con melancolía esas alegrías que les deparaba cada vez que el ex artillero formado en Estudiantes de La Plata y con pasado en el Villarreal de España, entre otros, festejaba con algarabía cada gol señalado.