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SOCIEDAD

El juicio de París 1976: la cata que revolucionó el mundo del vino

Un acontecimiento de semejantes magnitudes épicas solo podía recibir su nombre desde el mismo sitio en que se originó el género épico: la Grecia mítica.

Cata

Hace 49 años, dentro de un hotel parisino, algunos de los mayores expertos en vinos de Francia se congregaron para una cata a ciegas. Hoy en día, el certamen podría calificarse de una verdadera batalla épica, pues los mejores vinos franceses competían con los emergentes de California. Claro que, por aquel entonces, ni siquiera parecía una competencia justa: Francia producía los mejores vinos del mundo y el Valle de Napa aún no estaba considerado en el mapa de la viticultura, de modo tal que el resultado se creía evidente.

No obstante lo cual, la mayor historia del vino desfavorecido estaba justo a punto de desarrollarse. Los vinos californianos obtuvieron una ostensible puntuación ante los jueces y ganaron tanto en la categoría de vinos tintos como de los vinos blancos, superando a los legendarios châteaux y domaines de Burdeos y Borgoña.

Tan exclusivo fue el evento que el único periodista presente fue George M. Taber, de la revista Time. Taber relató a posteriori en su artículo que «aconteció lo impensable», y, en alusión a la mitología griega, denominó el acontecimiento «El Juicio de París«, y así sería recordado para siempre.

El relato mítico al que alude narra los inicios de la Guerra de Troya, cuando el príncipe Paris, considerado el mortal más hermoso de todos, obraría como juez en un certamen de belleza entre Afrodita, diosa del amor y de la belleza, Atenea, diosa de la sabiduría y la estrategia, y Hera, la diosa del hogar y el matriarcado. Cada una de las diosas intentó sobornar al príncipe troyano ofreciendo, respectivamente, el amor de la mujer más hermosa, la capacidad de ganar cualquier batalla y regir en toda Asia. Paris opta por Afrodita, ganando el amor de Helena, esposa del caudillo Atrida Menelao y desencadenando así la funesta Guerra de Troya.

Un vistazo a California

La cata fue una idea original del comerciante de vinos británico Steven Spurrier, fallecido en marzo de 2021 a los 79 años. «Era una leyenda», afirma Mark Andrew, periodista fundador de la revista Noble Rot, quien conocía a Spurrier desde hacía 15 años. «Era una persona de mente abierta que realmente conocía el vino, basándose en su calidad y su valor intrínseco, más que en su reputación».

A principios de la década del setenta, Spurrier tenía una tienda de vinos en París y una escuela de vinos justo al lado, llamada L’Academie du Vin. Ambas estaban dirigidas principalmente a personas que no hablaban francés y estaban ubicadas en el margen derecho del río Sena, donde se concentraban la mayoría de los bancos y empresas extranjeras.

A Spurrier le gustaba exhibir vinos de países distintos a Francia en la tienda y en la escuela —un acto de auténtica rebeldía en París— y pensó en una cata como una manera de promocionar su negocio. Patricia Gastaud-Gallagher, socia estadounidense de Spurrier, visitó bodegas de California en 1975 y quedó impresionada con la creciente calidad de sus ofertas. Sugirió, de ese modo, buscar aquellos vinos para la cata y que se celebrara con motivo del bicentenario de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de 1776.

Asimismo, animó a Spurrier a visitar California él mismo para elegir algunos candidatos dignos. Y así, a principios de mayo de 1976, Spurrier y su esposa Bella partieron hacia San Francisco para una ruta vinícola. La ruta fue organizada por Joanne DePuy, residente de Napa y conocedora, quien les mostró los vinos a los Spurrier. «Steven quería ir a las bodegas boutique más pequeñas», declaró. «Tenía muy buen paladar y compraba los vinos que le gustaban, a precio total».

El día del reconocimiento

Spurrier no tenía intención de causar revuelo ni de humillar a sus jueces franceses. Su objetivo, más bien, era poco más que dar a conocer los vinos californianos y dar publicidad a su escuela.

Pero sí ideó una forma de hacer las cosas más interesantes: seleccionó los cuatro mejores vinos blancos de Borgoña y los cuatro mejores tintos de Burdeos de su bodega para competir con los vinos estadounidenses, y ocultó todas las etiquetas. «Fue prácticamente en el último minuto que Steven decidió cambiar la cata de abierta a ciegas. Las catas a ciegas son comunes ahora, pero en aquel entonces, eran una forma muy innovadora de comparar y contrastar vinos«, dice Andrew.

Entre los vinos franceses que Spurrier seleccionó se encontraban Batard-Montrachet, Château Mouton-Rothschild y Château Haut-Brion, la élite del buen vino. Las ofertas californianas, 12 en total, incluían Ridge Vineyards, Freemark Abbey, Spring Mountain, Stag’s Leap Wine Cellars y Chateau Montelena, todas ellas en gran medida desconocidas en Europa.