El Gobierno nacional decidió marcar un nuevo rumbo en su vínculo con el Fondo Monetario Internacional. La meta de acumular US$ 3.700 millones en reservas netas del Banco Central antes de que finalice junio quedará en suspenso. Así lo dejó en claro el propio presidente Javier Milei al afirmar que «no hay necesidad de acumular reservas» en un esquema de flotación cambiaria como el vigente.
La decisión representa un cambio de estrategia significativo frente al organismo internacional. Mientras avanza la discusión por nuevas vías de financiamiento, el Ejecutivo prefiere priorizar la estabilidad cambiaria y evitar la emisión de pesos antes que forzar la compra de divisas.
El giro: no comprar para no emitir
Desde hace semanas, el Banco Central redujo al mínimo su intervención en el mercado de cambios. Solo compraría si el dólar oficial cae hasta los $1.000, el piso fijado por el equipo económico. En la práctica, eso significa que la autoridad monetaria dejó de sumar reservas, incluso cuando podría hacerlo sin presión sobre el tipo de cambio.
Milei ya había anticipado la nueva lógica: no intervenir si eso implica emisión. La lectura es clara: la prioridad es mantener la inflación bajo control, incluso si eso implica incumplir una meta pactada con el FMI. Lo confirmó el propio ministro Luis Caputo, quien solo tiene autorización para actuar si el dólar llega a tocar el piso de la banda.
En ese sentido, en los pasillos oficiales reconocen que no será posible alcanzar la meta fijada con el Fondo, pero consideran que el organismo lo comprenderá, especialmente si los resultados fiscales y de precios siguen siendo positivos.
La economía real y el nuevo anclaje
La estrategia de Milei consiste en prescindir del respaldo de reservas acumuladas como escudo frente a eventuales crisis cambiarias. En cambio, se enfoca en reducir el gasto público, limitar la emisión monetaria y generar confianza mediante señales consistentes hacia el mercado.
La otra pata de ese esquema es el crédito. De acuerdo a datos recientes, los préstamos al sector privado crecieron un 212% interanual, con subas destacadas en los hipotecarios (+440%) y en los personales (+385%). También se disparó el crédito no bancario, que ya supera en 18% el pico registrado en febrero de 2022, según un informe de EcoGo.
El Ejecutivo confía en que este crecimiento, sumado a la apreciación del peso y a la apertura importadora, contribuirá a sostener el consumo de bienes durables. En ese terreno, las proyecciones también son alentadoras: Dante Sica estima que este año podrían venderse hasta 700.000 autos nuevos, cuando a comienzos del año se esperaban no más de 450.000.
Un nuevo frente de financiamiento
El Gobierno no descarta nuevas vías para fortalecer las reservas sin necesidad de comprar dólares en el mercado oficial. En la agenda económica figura la posibilidad de concretar un préstamo tipo REPO con bancos por US$ 2.000 millones, además de la colocación de bonos en pesos con pago en dólares y el ingreso adicional de divisas a través del blanqueo de capitales.
Esas herramientas, aseguran en Economía, permiten sumar respaldo sin presionar sobre el tipo de cambio ni comprometer los objetivos antiinflacionarios. En ese marco, el discurso oficial sostiene que la acumulación de reservas dejó de ser un fin en sí mismo, y pasa a formar parte de una estrategia más amplia basada en el orden fiscal, la disciplina monetaria y el crecimiento sostenido del crédito.
El extitular del Banco Central, Guido Sandleris, expresó días atrás que el incumplimiento de la meta de reservas es una debilidad, pero que aún así el Gobierno cuenta con recursos: “Entre los dólares del blanqueo y el desembolso inicial del FMI, hay US$ 20.000 millones líquidos para intervenir si hace falta”.
Expectativa por la respuesta del Fondo
La Casa Rosada no espera un conflicto con el FMI. Aunque el Ejecutivo anticipa que no cumplirá con el objetivo de reservas, confía en que la evolución de las demás variables —inflación, déficit, emisión— servirá de argumento para sostener el vínculo.
Por ahora, en Economía se espera una reacción “silenciosa” del Fondo. La apuesta es que el cumplimiento parcial de las metas sea tolerado si la hoja de ruta general del programa se mantiene sin sobresaltos.
En paralelo, Milei busca reforzar el mensaje de que no se dejará condicionar por compromisos heredados si eso pone en riesgo su modelo económico. Y aunque la consigna de la acumulación de reservas pierde centralidad, se mantiene como objetivo de mediano plazo, siempre que no implique volver a encender la maquinita.