Boca venía con andar irregular en la Copa Libertadores del 2008. Fuerte, vistoso y arrasador en La Bombonera. Débil, sin ideas y goleado de visitante, pero en los octavos de final el club boquense se sacó un peso y un pesado de encima: 2 a 1 en la ida y en la vuelta al Cruzeiro de Brasil. Con un equipo más consolidado, tocó el turno de Atlas. La ida dejó más dudas que certezas porque igualaron 2 a 2 en condición de local.
Sin embargo, un día como hoy había que ir a buscar una victoria a México, a la ciudad de Guadalajara que ya conocía por su mal paso suscitado en el 2005 con Chivas (duro 0-4). Pero, justo en tierras aztecas, el anfitrión no contaba con el olfato goleador del “9” visitante. Martín Palermo se hizo más gigante que nunca: tres goles, hat-trick, triplete. Fue 3 a 0 con goles de todos los colores: zurda, derecha y hasta, aplausos, una fenomenal emboquillada.
El “Xeneize” mostró pasajes de muy buen fútbol durante esa Copa, con el partido en aquella localidad en nivel sobresaliente. Después, la mala fortuna y errores puntuales impidieron pasar de semis ante el Fluminense. No importa el final de la historia: el “Titán” igual había escrito otro capítulo de su novela.
No obstante, el conjunto azul y oro mostró pasajes de muy buen fútbol durante ese torneo, con el partido ante los “Zorros” en nivel sobresaliente. Después, la mala fortuna y errores puntuales impidieron pasar de semis ante el elenco carioca.
A pesar de que no pudieron avanzar a la gran final en aquel año, el máximo artillero de la historia del cuadro de la Ribera escribiría en esa jornada una página más a su tan idolatrada carrera, una en la cual lo dejarían en el libro de historias por haber sido el artífice de tan gloriosa faena, una producción en tierras extranjeras para decretar el pasaje a una instancia superior, aunque el recorrido tendría un freno en el Maracaná ante el que sería el sub campeón del certamen sudamericano.
