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BOCA JUNIORS

“Terminan desilusionando”: Según Diego Monroig, los perfiles que eligen de los DT el Consejo de Fútbol

El cronista afirmó que no condicen lo que promueven desde el discurso los entrenadores escogidos por la mesa chica de Boca que por lo que hacen en cancha

Diego Monroig
Captura ESPN

En el programa “F12”, que se emite por las mañanas de lunes a viernes en el canal de televisión ESPN, el cronista Diego Monroig afirmó que el Consejo de Fútbol de Boca escoge en el último tiempo a perfiles de Directores Técnicos que finalmente cuando acuerdan sus respectivos arribos al club boquense terminan desilusionando.

Está claro que tanto Diego Martínez como Fernando Gago llegan al “Xeneize” con un palmarés y un estilo de juego definido, extrañamente, terminan dando volantazos y dando también manotazos de ahogado, jugando al sálvese quien pueda traicionando sus convicciones. Un ejemplo de ello es el propio “Pintita” que tenía como formación predilecta el 4-3-3, pero no supo o no encontró a los extremos adecuados para que formaran parte de su estrategia y por eso no le quedó otra opción que parar a dos centro delanteros.

No obstante, el libreto ofensivo que pregonaban estos dos últimos antecedentes en el banco de los suplentes en el conjunto azul y oro no querrían que se repitiera y desearían encontrar el nombre indicado que le ponga sello propio y les dé una identidad de juego a los jugadores que, en su mayoría, vieron pasar seis cuerpos técnicos en seis años, a razón de un DT por temporada, lo cual se terminan por dinamitar los proyectos deportivos, si es que existen.

Sin embargo, ahora el Presidente, Juan Román Riquelme, junto a los miembros de la mesa chica deben seleccionar con prudencia y, especialmente, con sabiduría a una persona que sepa sacarles réditos a un grupo de futbolistas que desde los nombres es rico en individualidades técnicas y tácticas, pero que hasta aquí no han podido o no han comprendido las tácticas adoptadas por sus superiores.

Se verá entonces si quien asuma en el cargo no termina pagando los errores de sus antecesores y lo dejan trabajar sin presiones, algo que en el cuadro de la Ribera parecería ser más una utopía que una palabra santa y que estuviera escrita en piedra.