Antes de abordar las cualidades únicas del vino Negroamaro, es prudente señalar que Italia cuenta con más de 350 denominaciones de origen y más de cien IGT (Indicaciones Geográficas Típicas). Asimismo, más de cien variedades de uva se utilizan con asiduidad, y cientos más tienen un uso más bien limitado, añadiéndose de manera ocasional a los blends para mejorar la estructura, la acidez o el alcohol. Así pues, dominar la viticultura italiana es una tarea a largo plazo y, aún así, algunos nunca lo consiguen.

No obstante lo cual, esta red de complejidad vitivinícola casi impenetrable cuenta con una ventaja: la ocasión de explorar estilos de vino esotéricos antes que nadie. Como ocurre a menudo, algunos vinos y regiones han sido sobreexpuestos de forma tediosa, y por cierto existen variedades de uva que merecen ser mucho más conocidas. El Negroamaro se encuentra en esta última categoría. De cáscara oscura e increíblemente robusta, el Negroamaro es uno de los tesoros vitícolas más desconocidos de Europa. Sin embargo, se trata de una variedad de uva tinta italiana con una profusa historia de cultivo en el sur de Italia.
El secreto de Apulia develado
Los viticultores locales creen que los griegos la introdujeron durante la conquista de la región en el siglo VIII a. C. Esta es una línea de argumentación habitual, ya que los griegos marineros difundieron la viticultura por todo el Mediterráneo antes de que los romanos se convirtieran en la fuerza dominante en Europa. La vinificación prosperó en Italia durante la época dorada del Imperio Romano de Occidente, aunque decayó tras el derrocamiento de los romanos por parte de los visigodos y otras tribus. Uvas como la Negroamaro se mantuvieron vivas gracias a la clase clerical, cultivadas y consumidas por los monjes benedictinos. Sin embargo, el origen exacto de la uva continúa constituyendo un misterio. La secuenciación del ADN indica que la Negroamaro está estrechamente relacionada con la uva blanca Verdicchio y la Sangiovese de la Toscana.
Hoy en día, el Negroamaro (que supone un compuesto de los adjetivos «negro» y «amargo» en italiano) se cultiva predominantemente en Apulia, situada en el extremo sureste del país (el famoso el talón de la bota italiana. La región siguió en gran medida la trayectoria de la industria vinícola siciliana. Al igual que Sicilia, Apulia centró sus esfuerzos en la maduración de grandes cantidades de uva a lo largo del siglo XX, utilizadas principalmente para la destilación y el vino a granel. Así pues, la calidad no suponía un factor determinante.
La necesidad de evolucionar
No obstante, justo cuando los sicilianos hubieron considerado que era preciso mejorar drásticamente su producción, Apulia también emprendió un programa de reestructuración industrial a lo largo de los últimos 15 años. Mediante la asignación de subvenciones de la Unión Europea e inversión local, se ha animado a los viticultores a extraer algunos de los clones superproductivos de la región y a priorizar, de ese modo, la calidad. Como observan con frecuencia los enólogos, el mercado del vino italiano barato se reduce cada año debido a la feroz competencia del Nuevo Mundo. De ese modo, si Apulia apunta a tener un futuro sostenible, su industria vitivinícola debe enfocarse en la producción de vinos premium para la exportación. Esto significa que los viticultores de Apulia deben ignorar las variedades de uva mediocres y buscar los terroirs superiores de la región.

Afortunadamente, la Negroamaro es ideal para esta tarea. Esta uva prospera en el cálido clima mediterráneo de Apulia, produciendo vinos que logran equilibrar niveles relativamente altos de alcohol con frescura y equilibrio. Los viticultores de Apulia admiraron durante mucho tiempo la capacidad de la Negroamaro para madurar sus bayas con éxito, incluso en cosechas con precipitaciones inusualmente escasas. A menos que la temporada de crecimiento haya sido en extremo fría, suele madurar a finales de septiembre y no tiende a ser propensa a enfermedades. Sin embargo, la Negroamaro está diseñada para producir altos rendimientos y, por lo tanto, debe podarse con cuidado durante toda la temporada. De lo contrario, un vino diluido y jabonoso será su resultado. Prospera en terroirs calcáreos, ya que estos suelos fríos ofrecen el equilibrio perfecto entre porosidad y permeabilidad. De ese modo, constituyen un componente vital de la ecuación de calidad.