Cada vez se habla más del rol de los sommelier, pero aún hay quienes creen que se trata exclusivamente de recomendar vinos en un restaurante. Spoiler alert: va mucho más allá. Hoy en día, la figura del sommelier supone ser un estratega, un curador de experiencias y, a menudo, también un artista, periodista, guionista o creador de contenido. Alguien que se desenvuelve con fluidez entre bodegas, salas, redes sociales y prensa, y su trabajo ya no consiste solo en descorchar botellas: también piensa, comunica y conecta.
En el Día mundial del sommelier, exploraremos cómo es que combinan este oficio con otras pasiones, como así también que cualidades se requieren para convertirse en uno. Porque cuando el vino se encuentra con la escritura, el arte o la coctelería, surgen nuevas formas de contar historias, crear y disfrutar.
Cada 3 de junio se celebra el Día Internacional del Sommelier, que conmemora la fundación de la Asociación de la Sommelie Internationale en el año 1969. Argentina es uno de los principales productores de vino del mundo y la profesión desempeñó un papel clave en la promoción de los vinos del país y el reconocimiento de sus bodegas.

En los últimos 30 años, Argentina se ha consolidado como líder de la sommelie en Latinoamérica, con las mejores academias del continente y figuras regionales destacadas como Paz Levinson, Valeria Gamper y Martín Bruno, quienes obtuvieron el título de Mejor Sommelier de Argentina antes de triunfar a nivel continental e internacional, demostrando el alto nivel alcanzado por la sommelie argentina. Hoy, cientos de jóvenes talentos siguen sus pasos.
Qué implica ser sommelier
Un sommelier, en principio, es la persona que se ocupa de seleccionar especial y concienzudamente los vinos que se sirven en un restaurante o vinoteca, cata y elabora la carta, marida los vinos con los platos y capacita al personal. Otros entusiastas y profesionales simplemente obtienen el honor certificado de saber todo sobre el vino para su desarrollo profesional o para escribir sobre él. Sin embargo, con el paso del tiempo, quienes se han formado en este oficio se han visto en la necesidad de aprender otras facetas tales como la comunicación, la publicidad y el marketing para desenvolverse con soltura en la cotidianeidad virtual de la nueva modernidad.
Estructura, cuerpo, sencillez, perlado… seguramente al menos una vez en la vida hayas escuchado estas palabras de boca de un sommelier, ya sea durante una cata guiada en una bodega, en un programa de televisión o en un reel de Instagram. Sin embargo, esta profesión no se basa únicamente en el uso de tecnicismos obsoletos, sino en una gran pasión por el vino y un profundo conocimiento del sector, madurado tras años de estudio, que le permiten narrar una etiqueta como si fuera un poema espléndido.
Una de las primeras imágenes que vienen a la mente al hablar de un sommelier es la de un catador experto, que acerca su copa a la nariz y describe las características del producto con detalle. En realidad, esta profesión es mucho más compleja y polifacética. Mientras que un catador se encarga de probar el producto y ofrecer un juicio técnico preciso, la tarea del sommelier es ofrecer una visión más profunda, relatando su historia, terroir y variedad de uva de origen, abordando temas como la temperatura de servicio y los maridajes.
Cómo convertirse en sommelier
Como ya hemos comentado, la profesión de sommelier no pertenece solamente al ámbito de los restaurants, sino a una serie de campos que tienen que ver de diversas maneras con el mundo del vino. Así que, para poder desarrollar esta actividad a través de una formación específica, el futuro profesional latente podría ubicarse en uno de estos contextos: catering, recepción, actividad comercial (gestión de vinotecas o bares), importación y exportación, eventos privados (rutas enogastronómicas y catas de bodega), consultoría, marketing, periodismo y crítica vinícola, actividades en bodegas o la formación y la docencia.

Trabajar en el sector vitivinícola, con sus múltiples facetas, es un objetivo ambicioso que solo se puede alcanzar con mucho estudio y dedicación, y obteniendo un título de sommelier expedido por organismos acreditados como la Escuela Argentina de Sommeliers, Centro Argentino de Vinos y Espirituosas (CAVE) o la Universidad Juan Agustín Maza, en la provincia de Mendoza.