Boca y Auckland City completaron la agenda futbolística del Grupo C del Mundial de Clubes y se despidieron de la competencia con sabor dispar. Tras igualar 1 a 1, el club boquense sufrió la desilusión de no haber podido avanzar a los octavos de final, pese a que en la previa tenía por delante un panorama complejo porque necesitaba golear por lo menos 6 a 0 y esperar que Benfica de Portugal no pudiera con Bayern Múnich de Alemania, algo que finalmente no sucedió, mientras que los oceánicos se fueron con una sonrisa de haber marcado su único gol en el torneo y además, haberle sacado un punto al “Xeneize”.
Los neozelandeses, el peor equipo del certamen internacional, conformado por jugadores amateurs, ya conocían su suerte tras haber caído por 10-0 y 6-0 en las dos primeras fechas respectivamente. En simultáneo a este partido se disputó el otro que era de interés para el elenco argentino, que terminó en victoria de 1 a 0 de las “Águilas”, lo que también les valió ganar la zona y dejar al conjunto teutón, que lideraba, en el segundo lugar.
El encuentro de esta tarde del conjunto azul y oro se desarrolló en el Geodis Park de Nashville y lo arbitró el sueco Glenn Nyberg. Apenas comenzado el segundo tiempo fue demorado por amenaza de tormenta eléctrica, razón que obligó al cuadro de la Ribera a jugar lo que faltaba, ya con la amargura de saberse eliminado: cuando saltó al campo de juego para la reanudación, los lusos ya habían ganado.
Como se suponía en la previa, por la diferencia de nivel entre ambos equipos y la necesidad de la entidad de Brandsen 805 de marcar muchos goles, la institución que preside Juan Román Riquelme se sintió local nuevamente y se adueñó de la pelota e intentó quebrar la defensa de un rival que se plantó bien cerca de Nathan Garrow, que se erigió como la figura del match a pesar de que encajó un gol en propia portería.
Superado el susto, los dirigidos por Miguel Ángel Russo procuraron buscar la ventaja con centros al área –ejecutó 82 y apenas conectó 21– y algún que otro disparo desde media distancia. Tuvo lentitud para mover la pelota y ningún jugador se percató de pisar el área con el balón en sus pies para romper las líneas del rival.
