Las imágenes hablan por sí solas. Paulo Dybala y Leandro Paredes compartieron sus vacaciones en un entorno paradisíaco junto a sus parejas, pero lo que parecía un simple descanso se convirtió en un mensaje potente. Las postales familiares, las sonrisas compartidas y una complicidad que trasciende el campo de juego reavivaron un sueño que Boca no puede dejar de imaginar: ver a la Joya con la azul y oro.
Dybala nunca ocultó su amor por el Xeneize. Heredado de su padre, ese sentimiento lo acompaña desde chico, a pesar de que su carrera profesional lo llevó directamente de Instituto, en la B Nacional, hacia el fútbol europeo. Nunca jugó en la Primera División argentina, pero siempre dejó en claro que volver al país con la camiseta de Boca es uno de sus deseos pendientes.
Una amistad que va más allá del fútbol
Con Paredes ya confirmado en el plantel de Boca, los rumores sobre una posible llegada de Dybala volvieron a escena con más fuerza. El volante fue claro en varias entrevistas: quiere convencer a su amigo para que se sume al club de la Ribera. Incluso su hija lo dejó entrever con una frase que se volvió viral: «Mi papá quiere traer al tío Paulo a Boca«. A eso se suma una versión nacida en Italia que indica que el propio Leandro estaría trabajando para lograr ese objetivo en este mercado de pases.

Durante el receso, las dos familias compartieron destinos como Miami y las Islas Maldivas, donde disfrutaron de la playa y la intimidad lejos de los flashes del fútbol europeo. Las fotos publicadas en redes sociales no hicieron más que alimentar las especulaciones: risas, abrazos y una conexión que parece ir más allá de la amistad. Todo indica que, si Paredes pudiera elegir con quién dar el próximo paso en Boca, el nombre ya está decidido.

¿Una vuelta cercana o una promesa a futuro?
En cuanto al presente, la llegada de Dybala no parece inminente. Acaba de renovar su vínculo con Roma hasta junio de 2026, en un acuerdo similar al que firmó Paredes. El principal objetivo de ambos es llegar en plenitud al próximo Mundial, por lo que las decisiones contractuales apuntan más a la estabilidad que a un cambio radical inmediato. De todos modos, el deseo está latente, y cada gesto o palabra se interpreta como una señal.
Desde el entorno del delantero aseguran que si bien no hay una cláusula específica para Boca, Dybala sigue contemplando una vuelta al país como una etapa inevitable en su carrera. Y si hay un lugar al que imagina regresar, es a la Bombonera. En más de una ocasión, expresó con claridad: «Me encantaría jugar en Boca algún día«. La ilusión, entonces, no es infundada.
En el club se mantienen cautos
En el mundo Boca, sin embargo, el tema se maneja con prudencia. Desde la dirigencia aseguran que por ahora no hay gestiones concretas y que, si bien entusiasma la posibilidad, la consideran lejana. «Es una estrella allá», fue la respuesta que surgió ante la consulta sobre su posible arribo. Pero en un mercado donde el cariño puede más que los millones, las sorpresas no están descartadas.
Mientras tanto, los hinchas se aferran a las señales. Las vacaciones compartidas, los guiños en entrevistas y las palabras de afecto entre ambos jugadores se convierten en combustible para una ilusión que crece con cada posteo. La historia entre Dybala y Boca aún no comenzó en la cancha, pero fuera de ella, ya se escribe con letras doradas.