En épocas turbulentas el equipo conducido por Miguel Ángel Russo halló una brújula que le dio un poco de tranquilidad y mayor seguridad pensando en lo que se avecina. Dos victorias consecutivas después de cosechar 12 partidos sin alegrías llegaron como agua en el desierto para un Boca que hace menos de dos semanas parecía que había extraviado el horizonte. Y mucho de eso fue responsable el cuerpo técnico, que encontró una base titular, incluso con jugadores que no estaban como prioridad como el caso de Lautaro Di Lollo.
Según la web de TyC Sports, si había una posición que no otorgaba garantías ni se adjudicaba un dueño a lo largo de este año, ese era el del primer marcador central. Y el juvenil nacido en Brandsen 805, a pesar de tener en claro que corría de atrás, nunca bajó los brazos y aprovechó esas pocas chances que brinda el club boquense.
Con Nicolás Figal entre algodones ytodavía falto de ritmo luego de semanas de recuperación y Rodrigo Battaglia adelantado al mediocampo para compartir la zona con Leandro Paredes –al no terminar de sentirse cómodo de “2”-, quien surgió de la Reserva irrumpió como la tercera alternativa y respondió gratamente.
Debido a dos actuaciones sólidas ante Independiente Rivadavia y Banfield, en las que el “Xeneize” resultó victorioso y sin sufrir goles en contra – la dupla que conforma con Marco Pellegerino, otro de los puntos altos, es responsable de ello-, el defensor de 22 años pasó de relegado a titular indiscutido. Se mostró sólido en el duelo individual, sin fisuras en el juego aéreo (aspecto en el que venía sufriendo la defensa) y correcto con el trato del balón.
De acuerdo con los números concretos, el zaguero se impuso en 12 de los 19 duelos que disputó en la sumatoria de ambos encuentros; acertó el 88% de sus pases y fue clave para que Agustín Marchesín mantuviera la valla invicta del conjunto azul y oro.
Se verá entonces si este futbolista, que entró como una rueda de auxilio, es el caudillo que necesitaba aparecer para ganarse un puesto dentro del 11.
