Conquistar la Copa Libertadores es una deuda pendiente para Boca desde 2007, año en que bajo la Dirección Técnica de Miguel Ángel Russo y con la magia de Juan Román Riquelme en la cancha, el club boquense levantó su sexto título continental. Desde entonces disputó tres finales, una de ellas en el 2012 contra el Corinthians de Brasil, donde factores extra futbolísticos condicionaron al equipo.
En esa temporada, con Julio César Falcioni al frente del elenco, el “Xeneize” eliminó a Unión Española de Chile, Fluminense y la U de Chile para llegar al match decisivo. La ida en La Bombonera concluyó 1-1 con goles de Facundo Roncaglia y Romarinho, pero en la previa de la revancha en tierras brasileñas, el vestuario se vio golpeado por dos situaciones: la salida del lateral derecho de la institución y la inminente partida de Román.
El “Emperador” recordó lo acontecido aquella jornada en diálogo con Dupla Técnica. “Estuvimos en la puerta, llegamos a la final. Empatamos de local pero lo merecimos ganar y después perdimos en San Pablo. Pasaron cosas que no tendrían que haber pasado previo a una final”, expresó.
El DT explicó que la noche anterior al viaje al gigante sudamericano se enteró que el defensor no jugaría porque la dirigencia no resolvió el seguro de su contrato. “El grupo tuvo una reunión para que Roncaglia esté por lo menos acompañando al grupo y el club lo aceptó. Esa comunión era anormal previo a una final”, reveló el propio Falcioni, evidenciando la tensión que reinaba en el vestidor.
A eso se le agregó un hecho inesperado: Sebastián Riquelme, hermano del enganche, anticipó en redes sociales la salida del ídolo. “Después sucedió lo del hermano de Riquelme. Esas pequeñas cosas, o no tan pequeñas, desenfocaron la situación”, cerró el ex estratega de Banfield sobre un desenlace que quedó marcado como una de las más dolorosas en la historia reciente del conjunto azul y oro, aunque quedaría en un segundo plano por la derrota en Madrid en la edición de 2018 en el Superclásico con River.