Ahora mismo, el primer partido del tercer ciclo de Miguel Ángel Russo parece contradecir una marca que hoy tiene su impacto en este momento de Boca. Según el diario Olé, fue contra Benfica de Portugal, en el debut del Mundial de Clubes, en el que el equipo pegó primero. Y lo hizo dos veces, con Miguel Merentiel y con Rodrigo Battaglia. Sin embargo, ni eso le alcanzó ni tampoco fue suficiente para ganar. Desde entonces, el club boquense nunca pudo convertir antes que su rival.
Por lo pronto, ya son siete los partidos que el “Xeneize” lleva sin poder marcar el primer gol del match. Ni siquiera pudo hacerlo contra el Auckland City de Nueva Zelanda, un equipo semi amateur, como marcó el experimentado entrenador de 69 años en la conferencia previa. No sólo no le ganó, sino que hasta el rival más débil de este último tiempo lo sorprendió primero.
No obstante, la racha que empezó un encuentro antes, contra el Bayern Múnich en el Hard Rock de Miami, se extendió también en el plano local porque ya de regreso en el país, empató tres partidos (Argentinos Juniors, Unión de Santa Fe y Racing), pero en los dos que hubo tantos fue su contrincante el que marcó el primero del compromiso.
Después se dieron las derrotas contra Atlético Tucumán que derivó en el primer golpazo del ciclo, la eliminación de la Copa Argentina; y la caída con Huracán, que tuvo consecuencias institucionales, porque se llevó puesto nada menos que a dos de los tres miembros del Consejo de Fútbol, el escudo protector del Presidente.
Es evidente, lo que podría parecer apenas un detalle, una estadística invisible, hoy es más visible que nunca. En esta crisis profunda que vive el plantel del conjunto azul y oro también pesa -y cada vez más- la falta de confianza. Y en eso impacta directamente el hecho de nunca poder estar en ventaja de arranque, es decir,el envión anímico de ponerse primero arriba en el resultado, ese empuje para plantarse de otra manera en el cotejo.