La reciente aprobación de la primera revisión del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmó un nuevo desembolso para la Argentina por USD 2.100 millones. Sin embargo, más allá de esta inyección de divisas, el flujo neto con el organismo multilateral cambiará de signo y se tornará negativo: hasta el final del mandato de Javier Milei, el país le pagará al FMI más de USD 7.200 millones netos en concepto de intereses y capital.
La “Fase 3” del programa económico arrancó en abril con el ingreso de USD 12.396 millones por parte del Fondo. El nuevo desembolso aprobado esta semana será el último significativo en el corto plazo. A partir de ahora, los pagos comenzarán a superar los ingresos.
De hecho, según estimaciones de la consultora Eco Go, dirigida por Marina dal Poggetto, de los USD 2.100 millones aprobados, más de USD 800 millones se destinarán de inmediato al pago de intereses del mes de agosto. Luego, el saldo neto empezará a ser negativo, dado que los futuros envíos serán más pequeños y espaciados, mientras los intereses seguirán acumulándose y, a partir de septiembre de 2026, también comenzarán los pagos de capital.
Más pagos que desembolsos hasta 2027
Según las proyecciones de Eco Go, entre ahora y diciembre de 2027 —cuando finaliza el actual mandato presidencial—, la Argentina le habrá pagado al FMI un total neto de USD 7.200 millones. En términos técnicos, se trata de un “flujo neto negativo”, que muestra que el país devuelve más de lo que recibe.
Actualmente, la deuda total con el Fondo asciende a USD 48.000 millones, cifra que aumentará a poco más de USD 50.000 millones tras el nuevo desembolso. Sin embargo, los próximos envíos serán de menor magnitud: USD 1.000 millones en noviembre de este año y cuatro cuotas de USD 700 millones entre 2026 y 2027.
Dólares, reservas y demandas internas
El acuerdo alcanzado en abril obligó al Gobierno a modificar su estrategia cambiaria: se eliminó el crawling peg del 1% mensual y se optó por mantener una banda amplia para el tipo de cambio (entre $1.000 y $1.400). El objetivo era acumular reservas, contener el riesgo país y habilitar una eventual refinanciación de deuda en los mercados voluntarios.
Sin embargo, el Gobierno renunció a comprar divisas fuera del piso de la banda y se enfocó en colocar bonos en pesos a no residentes a cambio de dólares. Esta decisión se topó luego con el endurecimiento de las condiciones financieras internacionales y tasas más altas.
A pesar del ingreso de fondos del FMI y de otros organismos multilaterales, la acumulación de reservas continúa siendo un desafío. Incluso el propio Fondo, en la revisión del acuerdo, aceptó relajar esa meta ante las dificultades observadas.
Formación de activos y turismo: una demanda imparable
Entre los factores que explican esa tensión, figura la fuerte demanda de dólares por parte del sector privado. Según Eco Go, en lo que va del año, la formación de activos externos (fuga o atesoramiento) y el turismo al exterior generaron una salida de USD 14.690 millones. Buena parte de esa demanda fue cubierta con liquidación récord de exportaciones, especialmente del agro, y con financiamiento externo privado.
En este contexto, las expectativas iniciales de que los dólares atesorados permanecerían dentro del sistema se fueron desvaneciendo. A su vez, los anuncios sobre la utilización de divisas “del colchón” tampoco se tradujeron en un aporte significativo.
Mientras tanto, la Inversión Extranjera Directa (IED) sigue sin repuntar. De hecho, el flujo neto es negativo, ya que empresas locales compran activos de compañías extranjeras, pese a las promesas de nuevos capitales asociadas al Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI).
Desafíos para los próximos años
Aunque el Gobierno logró estabilizar el tipo de cambio, reducir la inflación y mejorar algunos indicadores financieros, el panorama de los próximos años muestra una presión creciente sobre las reservas. El flujo neto negativo con el FMI, sumado a la demanda privada de divisas y la fragilidad del ingreso genuino de dólares, plantea un escenario complejo para la segunda mitad del mandato de Milei.
El desafío central será equilibrar ese flujo negativo con una estrategia de financiamiento sostenible, evitar el regreso de tensiones cambiarias y sostener la confianza en la política económica.