El triple femicidio de Lara Gutiérrez (15), Morena Verri (20) y Brenda del Castillo (20) en Florencio Varela sacudió al país y reabrió el debate sobre la violencia narco en los barrios más vulnerables. En este marco, la Iglesia Católica emitió un duro pronunciamiento en el que denunció la expansión del narcotráfico y exigió mayor presencia del Estado para evitar que el crimen organizado siga ocupando los espacios vacíos que deja la política.
“Una vez más nos encontramos frente a un episodio trágico en nuestra sociedad, producto del avance del narcotráfico, especialmente en los barrios más vulnerables de nuestro país”, advirtió la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia del Episcopado, en un documento difundido tras los asesinatos.
El reclamo de la Iglesia
La declaración expresó la solidaridad de la Iglesia con las familias de las víctimas. Y recordó las palabras del papa Francisco sobre los narcotraficantes como “traficantes de muerte”. En el texto se subrayó: “La presencia de la Iglesia y de diversas instituciones en nuestros barrios es esencial para que la muerte y el dolor no se apropien de la vida de nuestros hermanos. Pero necesitamos que el Estado esté presente con justicia y seguridad inteligente, sosteniendo a las instituciones que trabajan día a día en los territorios”.
La advertencia no es nueva. Ya en junio, la misma comisión había denunciado que “la retirada del Estado es una forma indirecta de condenar a muchos a la muerte”. Ahora, tras el triple crimen, el mensaje se endureció y apuntó directamente a la necesidad de acciones concretas contra la expansión del narcotráfico en el conurbano.
Voces del conurbano
El obispo de San Justo, monseñor Eduardo Horacio García, también se sumó a la crítica y describió una situación que, según sus palabras, se vive todos los días pero solo se visibiliza ante crímenes aberrantes. “Está tan instalado el tema narco en los barrios, que es común que el kiosquero esté vendiendo falopa. Y que los chicos a la salida del colegio sean usados como perejiles por los narcos”, graficó el prelado.
En paralelo, los sacerdotes de barrios populares remarcaron que el Estado “le suelta la mano a la vida”. Y advirtieron sobre la desconexión de la dirigencia política con las necesidades reales de la gente humilde. “Hace décadas que el narcotráfico se enseñoreó en nuestras comunidades y barriadas. Con gran preocupación, las clases dirigentes miran hacia otro lado, más atentos a las campañas políticas que a la urgencia de nuestro pueblo”, afirmaron en un comunicado.
La política bajo la lupa
El planteo de la Iglesia refleja la indignación por un crimen que conmocionó al conurbano. Y también una advertencia sobre la responsabilidad de los gobiernos provinciales y municipales. Muchas veces ausentes en territorios donde el narco se instaló con violencia y complicidades.
En contraste, desde el Gobierno nacional se insiste en reforzar las tareas de seguridad y coordinar esfuerzos con las provincias para enfrentar al crimen organizado. Aunque la Iglesia remarcó que “la urbanización de los barrios y la apertura de oportunidades es el verdadero camino frente a este flagelo”.