La industria turística encara la temporada de verano con expectativas moderadamente optimistas. Tras un año marcado por la caída del movimiento interno, los operadores de turismo observan un repunte en la demanda desde las elecciones legislativas, aunque advierten que la previsibilidad sigue siendo limitada por la tendencia creciente a reservar a último momento.
La caída del turismo durante las vacaciones de invierno dejó una señal de alarma: según CAME, viajaron 4,3 millones de personas, un 10,9% menos que el año anterior. El impacto económico también retrocedió, con una baja del 11,2% ajustada por inflación.
Si bien algunos fines de semana largos mostraron una mejora en el número de viajeros, el gasto promedio se redujo y el ajuste se concentró en la duración de las estadías. El público viaja, pero mide cada peso.
Reservas tardías y ocupación aún baja
Aldo Elías, vicepresidente de la Asociación de Hoteles de Turismo (AHT), señaló que existe un repunte en la demanda, pero la ocupación se mantiene en niveles inferiores a los de años previos. La tendencia consolidada desde la pospandemia —viajes decididos con muy poca anticipación— afecta la planificación y obliga a los destinos a adaptarse a la incertidumbre.
“Aun así, somos optimistas y creemos que tendremos una mejor temporada que el año pasado”, afirmó Elías, que remarcó otro factor clave: la depreciación del peso respecto del verano de 2025 encarece las vacaciones en el exterior y favorece el turismo receptivo.
Competencia regional y nuevas dinámicas de viaje
Para la Cámara Argentina de Turismo (CAT), los viajes más cortos y las decisiones tardías se convirtieron en el nuevo comportamiento dominante. Su presidenta, Laura Teruel, sostuvo que la demanda sigue activa, pero necesita incentivos: promociones, cuotas y campañas de venta para captar a un público que compra cada vez más sobre la hora.
Andrés Deyá, presidente de Faevyt, coincidió en que la financiación impulsa los destinos nacionales. Según él, las reservas comenzaron a reactivarse tras las elecciones y anticipan “una temporada de verano muy buena”, aunque muchas familias esperaron señales económicas claras antes de planificar sus vacaciones.
El desafío del turismo interno frente al exterior
Las agencias de viaje detectan una fuerte demanda hacia países limítrofes como Chile, Brasil y Uruguay, además de Estados Unidos. La brecha de precios, sobre todo en rubros como hotelería y compras, mantiene atractivo al exterior para buena parte del público argentino.
Pese a ello, el turismo interno sigue siendo el segmento más voluminoso, y ciertos destinos esperan una mayor llegada de extranjeros por la mejora relativa del tipo de cambio.
Patagonia, la gran apuesta para atraer visitantes
Según datos de la AHT, la Patagonia se perfila como la región con mejores indicadores para el verano. Localidades como El Calafate, El Chaltén y Ushuaia prevén una ocupación elevada impulsada por turistas internacionales.
Bariloche y Villa La Angostura proyectan un 70% promedio de ocupación, mientras que Puerto Madryn enfrenta un escenario más acotado. En Santa Cruz, algunos destinos anticipan hasta un 80% de reservas, aunque con comportamientos dispares según la localidad.
Costa Atlántica: demanda moderada y rentabilidad ajustada
En Mar de las Pampas, las reservas para enero rondan el 30%. Si bien hubo un repunte tras las elecciones, la demanda es entre 15% y 20% inferior a la del verano 2025. Esta caída afecta la rentabilidad y obliga a los alojamientos a sostener promociones para competir.
En el corredor Pinamar-Cariló, el movimiento es dispar: algunos fines de semana se acercan a niveles históricos, pero el promedio continúa por debajo de temporadas previas.
Buenos Aires, Córdoba e Iguazú: escenarios diversos
En la Ciudad de Buenos Aires, la llegada de grupos internacionales y cruceros sostiene el flujo turístico, aunque las reservas avanzan lentamente. Las proyecciones de ocupación se ubican entre el 50% y el 80%, con un promedio cercano al 70%. Sin embargo, en algunas categorías la recuperación es menor que en años anteriores.
Córdoba anticipa un 60% de ocupación inicial y confía en repuntar en enero y febrero. En Iguazú, los indicadores varían notablemente entre establecimientos: algunos registran alta demanda, mientras que otros no superan el 40%, señal de que muchos viajeros aún no definieron sus planes.
Provincias del norte y el interior bonaerense, con señales mixtas
El interior de la provincia de Buenos Aires anticipa una ocupación cercana al 40%, en varios casos inferior a la de 2025. En Jujuy, la actividad muestra un desempeño irregular y no supera el 30%.
Mendoza enfrenta un escenario más complejo: la diferencia de precios con Chile genera una competencia difícil de sostener. En Salta, algunos hoteles registran niveles de reserva por debajo del 30% y expresan preocupación. Tucumán también prevé un verano más débil en comparación con el año pasado.
