El 25 de noviembre de 2020 el mundo se paralizó por el fallecimiento de Diego Armando Maradona y en dos ciudades centrales –Buenos Aires y, sobre todo, Nápoles- se realizaron distintos homenajes para honrar la memoria de uno de los mejores jugadores de la historia y que también pudo ver su sueño cumplido de vestir la camiseta de sus amores, con la que conquistó con Boca un solo torneo, el Metropolitano de 1981.
Como consecuencia de la pandemia de COVID-19, la familia del astro decidió que el velatorio, junto con el despliegue de seguridad que desarrolló el Gobierno Nacional, se efectúa en la Casa Rosada para que todos aquellos que deseen despedirlo pudieran hacerlo, aunque por el desborde de gente que había en las inmediaciones de Plaza de Mayo, la concurrencia al lugar no se pudo hacer con normalidad.
El ex emblema de la Selección Argentina, con la que tocaría el cielo con las manos al conquistar la Copa del Mundo en México 1986, hace mucho tiempo venia de internación e internación y los profesionales que estaban a su cargo no pudieron hacer nada para tratar de salvarle la vida a alguien que tenía delicado su corazón y que a los 60 años, atravesados por una vida llena de excesos, no le permitieron prolongar aún más su existencia.
Sin embargo, las alegrías que supo brindar a lo largo de toda su carrera y en la que se permitió construir su propio mito a la altura de los grandes futbolistas que este planeta supo ver brillar no ocultaron su altisonante personalidad, con escándalos y polémicas a su alrededor y que le terminarían generando perjuicios.
De esta manera, en el quinto aniversario del deceso de quien supo hacer flamear las banderas azul y amarilla por un lado y la celeste y blanca por el otro, hoy en distintas plazas, donde los niños se diviertan jugando con un balón, rendirán culto a la memoria de un ser humano que fue adorado como si fuera un “Dios” para los mortales.
