El cierre de la planta de Whirlpool en Pilar volvió a encender alarmas sobre la pérdida de competitividad de la industria argentina. En medio de la transición económica que impulsa el Gobierno de Javier Milei, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini, expuso un diagnóstico duro pero alineado con la necesidad de reformas estructurales: producir en el país es entre 25% y 30% más caro que en Brasil, una desventaja que erosiona la posibilidad de competir en un mercado global agresivo.
Durante una entrevista en Infobae en Vivo, el dirigente industrial remarcó que las distorsiones acumuladas tras años de políticas erradas —especialmente durante los gobiernos kirchneristas— dejaron a las empresas nacionales con sobrecostos, presión impositiva récord y trabas regulatorias que el actual Gobierno busca desmontar.
Competitividad: la urgencia que la política postergó durante años
Rappallini definió la “política industrial” como el conjunto de decisiones que debe adoptar el Estado para mejorar la competitividad. En ese sentido, valoró los lineamientos del Ejecutivo nacional: reducción de impuestos, modernización laboral, fortalecimiento de la infraestructura y control del contrabando y el dumping.
Afirmó que la UIA participa activamente del Consejo de Mayo y presiona para que el Congreso avance cuanto antes con la reforma fiscal y la reforma laboral, dos herramientas centrales que permitirán que las empresas compitan en condiciones similares a las de países vecinos.
Industria frenada y costos que asfixian
El titular de la UIA subrayó que la actividad industrial cayó de forma marcada en los meses previos a las elecciones, cuando el aumento de tasas —medida aplicada para frenar la dolarización preelectoral— afectó a todos los sectores. Recién después del triunfo del oficialismo comenzó a observarse un repunte leve.
Destacó que la baja de tasas, que cayeron de niveles cercanos al 60% a la zona del 30%, abre una ventana para la recuperación, pero insistió en que todavía es insuficiente para compensar los sobrecostos internos que enfrentan las empresas.
Los cierres de fábricas y el impacto de años de atraso
Con preocupación, Rappallini mencionó los recientes cierres que golpearon a varias industrias, como la planta de Whirlpool en Pilar —que había sido inaugurada en 2022 y dejó 220 trabajadores en la calle— y las textiles riojanas Luxo y Vulcalar, que perdieron en conjunto 120 empleos. Estos episodios, advirtió, muestran que muchas empresas no pueden sostenerse en un entorno donde los costos internos superan ampliamente los de sus competidores externos.
El industrial describió el escenario como una “transición compleja”, marcada por la necesidad de ordenar la macroeconomía sin castigar a los sectores transables, que cargan con impuestos, regulaciones y costos laborales que no existen en otros países de la región.
Competencia desleal: plataformas y productos que entran sin control
Rappallini también advirtió sobre la amenaza de plataformas como Temu y Shein, cuyos productos ingresan sin tributar impuestos ni cumplir regulaciones técnicas. Lo que genera competencia desleal para la producción local. Recordó que China sigue siendo un actor dominante en exportaciones de bajo costo, afectando directamente a industrias sensibles como textiles, electrodomésticos y metalmecánica.
Para la UIA, la apertura importadora no es el problema en sí mismo: lo que daña es la falta de reglas claras y el ingreso de bienes que no cumplen normas ni pagan tributos. Sostuvo que países industrializados como Brasil y México están integrados al mundo, pero protegen sus industrias mediante estándares estrictos y un régimen laboral competitivo.
Argentina, 30% más cara: el llamado a revisar el modelo productivo
El dirigente industrial fue claro: Argentina arrastra problemas impositivos, laborales e infraestructurales que encarecen la producción entre un 25% y un 30% respecto de Brasil. En un contexto de competencia global feroz, esa diferencia vuelve insostenible a muchas fábricas.
Rappallini insistió en que la industria quiere formar parte del nuevo esquema económico basado en estabilidad. También apertura y crecimiento, pero necesita condiciones mínimas de equidad para competir. Y remarcó que las reformas del Gobierno apuntan exactamente a eso.
Para la UIA, la hoja de ruta es evidente: bajar impuestos, actualizar el régimen laboral y mejorar la infraestructura. Si aun así algunos sectores no reactivan, sostuvo, deberá ser el Gobierno quien evalúe medidas adicionales. Pero siempre dentro del marco de un país que dejó atrás las políticas intervencionistas que durante años frenaron el crecimiento.
