En los días anteriores a cada Superclásico se suele repetir la cantidad de jugadores que vistieron las camisetas de Boca y River (más de 100) respectivamente. Lo poco divulgado es que la lista de privilegiados que actuaron para los dos clubes argentinos incluye a una de las tragedias olvidadas de nuestro fútbol: la del “9” del “Millonario” –y ex “Xeneize”- que murió en un vestuario, pocos minutos después haber jugado para su equipo, en 1983. Se llamaba Oscar Víctor Trossero y acababa de cumplir 30 años según reconstruyó el periodista Andrés Burgo para la web de TyC Sports.
Trossero, sin parentesco con Enzo, defensor de Independiente y la Selección Argentina en los 80, aunque curiosamente fueron compañeros en el Nantes de Francia a finales de los 70. Terminó fatídicamente en Núñez, pero se había formado en el club boquense, en el emblemático Predio de La Candela, adonde había arribado a los 14 años desde su Gödeken natal, al suroeste de Santa Fe.
Su debut en Primera División fue grandioso, con un gol a Racing (y no a cualquier arquero, sino a Ubaldo Matildo Fillol), el 25 de junio de 1972 en el “Cilindro” de Avellaneda.
Como veinte días antes también había convertido en su primer amistoso, ante la selección de Paraguay en Asunción, aquel conjunto azul y oro de pantalón amarillo por delante y azul por detrás parecía haber encontrado una excepcional alternativa para su ataque comandado por Hugo Curioni: a los 18 años ya sumaba dos tantos en dos presentaciones,toda una fiesta adicional para una familia hincha de esos colores como la suya, aunque él fuera de San Lorenzo.
Sin embargo, no volvería a festejar en los 13 encuentros siguientes que jugó para el cuadro de la Ribera, seis oficiales (todos del Metropolitano 1972) y siete amistosos, y en febrero de 1973 pasó a la “Academia” a cambio de Jorge Benítez.
“El último hombre con el que habló fue conmigo -le recordó el médicoRoberto Paladino al reportero Tomás Galdi-, en 2013. El match acababa de terminar y yo estaba frente al espejo, afeitándome, cuando Trossero se me acercó, se señaló el pecho y me dijo ‘Cacho, me duele acá’. Era un dolor tranquilo, típico de un partido, y le respondí ‘Bueno, ahora te veo’. Ahí se fue a bañar pero, apenas el agua le tocó la nuca, cayó desplomado”, recordó el trágico sucesodel 12 de octubre de 1983 en el Gigante de Arroyito.
