Luego de algunos días de tensión en Tres de Febrero, la situación sobre las drogas envenenadas que se encontraron se calmó y ahora el Gobierno nacional controla la situación desde un lugar más alejado pero monitoreando que no avance el narcotráfico. De esto se encarga Sergio Berni, ministro de Seguridad bonaerense, que decidió acompañar a los adictos y derribar los búnkeres donde se encontró la cocaína.
Sin embargo, desde la oposición cuestionan que esto deberían haberlo hecho antes para prevenir las más de 25 muertes que hubo por esta causa. Lejos de las dos posturas, el diputado nacional Javier Milei comentó en TN que él, desde su postura «anarcocapitalista» dejaría que cada uno haga lo que quiera porque «los vicios no son delitos» y «drogarse es suicidarse pero en cuotas» entonces cada uno debería ser libre de tomar sus propias decisiones.
En este sentido, el dirigente aclaró que antes les advertiría que «pueden perder la vida, sus amigos, sus cosas» aunque también les diría «la decisión es tuya, personal, hace lo que quieras». Sin embargo, el funcionario comparó esta situación hipotética en su «esquema ideal» con la realidad de la Provincia de Buenos Aires, donde el Estado tomó cartas en el asunto drogas.
«El Estado se ocupa de la salud. Lo hace mal pero está. Cuando hay Estado quiere decir que el que se droga me pasa la cuenta a mi», indicó el diputado que advirtió que «el oficialismo quiere droga como un mundo sin Estado pero con Estado presente, algo ilógico y propio de los imbéciles que nos gobiernan«. Sin embargo, el tema no quedó allí y argumentó sus dichos contra los funcionarios oficialistas.
El que más críticas recibió fue Berni, a quien le dijo que «es un milagro que estemos todos vivos» luego de lo ocurrido y que sus compañeros de política «destrozaron el país» además de que «van y piden la escupidera en todos lados: Rusia, China, el Fondo y más». De esta manera, el dirigente liberal se diferenció del Gobierno aunque también de la oposición, algo que no ocurrió muchas veces desde que comenzó su recorrido en política.
