La situación internacional es realmente tensa. El conflicto de Rusia y Ucrania, como así también la postura del resto del mundo, está en la plana de todos los diarios. Fue en «Cristina en el medio», el ciclo que Cristina Pérez conduce a través de Radio Rivadavia, donde hizo referencian a la posición de Argentina, lanzando una durísima crítica al gobierno nacional.
«Consecuencias de ponerte de novia con el matón del barrio. Eso le pasa a Argentina con Rusia. Necesita que le crean que no se queda con el pendenciero de la cuadra y que el muchacho no se sienta traicionado. Tarde para lamentarse por haberlo visto como príncipe cuando era un sapo. O por haber creído que era sólo un fulbito para la tribuna donde se sienta Cristina. Varias cosas a tener en cuenta: Haberle prometido a Rusia ser la puerta de entrada a Latinoamérica cuando crecía la tensión con EEUU, ¿puede tener consecuencias en el acuerdo con el Fondo ahora que estamos a un paso de una guerra? ¿Qué se firmó exactamente y hasta qué punto compromete a Argentina?», indagó.
«¿Por qué el Presidente fue a la zona de conflicto y no pidió por la paz, aunque sea sobreactuando un poco más, total…? ¿Cómo resuelve nuestro país su crisis existencial? No se puede servir a dos amos. Una cosa es llevarse bien con los dos, otra es haberle besado el anillo a un lado despotricando contra el otro al mismo tiempo, mientras ambos no se pueden ni ver. El populismo coquetea con ser demócrata en el club de fans de los autócratas. El presidente zigzaguea con señales que se bandean en esos extremos como si hacerlo no tuviera consecuencias. Pero las tiene. Encima, cada vez que quiere contentar a Cristina con alguna simulación ideológica ella lo sabe de antemano. Entonces ocurre la paradoja de que ponerse de rodillas no sólo no alcanza, sino que la enfurece. La suma es cero. O peor. La ecuación es perder-perder», apuntó la periodista.
La postura argentina
Delante de cada uno de sus oyentes, Cristina Pérez continuó con su descargo. «Lo peor de todo es que Argentina sigue en el purgatorio: entre las puertas del default o el camino angosto de un acuerdo con el FMI que demandará condiciones. Caer al abismo no es una opción, pero la inercia ideológica del kirchnerismo más rancio se revuelve de rechazo y patea las puertas, sin soltar las cajas, claro. Visto en perspectiva aquél periplo de 50 horas al ojo de la tormenta planetaria fue un delirio. Justo ahora. Arrojarse al patio de atrás de un ajedrez complicado que puede poner al mundo patas para arriba cuando te conviene quedarte quietito para que no te rocen las esquirlas. Nadie sabe cómo termina la historia cuando el matón del barrio es Vladimir Putin. No le des un beso en la mejilla a Drácula porque huele sangre», apuntó.
«¿Qué quiere Vladimir Putin? ¿Qué busca realmente? Es difícil saberlo, me contesta un analista: “Putin es un espía, no te da la mano por cortesía sino para sentirte el pulso. Es soberbio, pero sabe de la debilidad de Europa y que a nadie le conviene una crisis económica de proporciones. Sólo China puede frenarlo y quizás de eso se trata. ¿A quién beneficia lo que hace Rusia cuyo aislamiento también le resultaría difícil sostener? ¿Lo que vemos es una charada que le servirá a China para erigirse como nuevo árbitro internacional tête à tête con Estados Unidos? A China tampoco le conviene una guerra», manifestó la conductora.
«Nuestra realidad es mucho más pequeña, insignificante y urgente para entrar en un tanque destartalado a la guerra de otros. Ni la suba en el precio de la soja será suficiente bendición ante otra crisis financiera y con el precio de la energía por los aires. Colgarse desde el sur de las Américas a las faldas rusas o a la cola del dragón parece por los menos imprudente. La saga tiene final abierto, pero una cosa sí sabemos. El juego de la geopolítica berreta también se paga en dólares, no en yuan. Todos los caminos conducen al Fondo y a la moneda rusa nadie la conoce. Aunque se dispare con balas de fogueo, también puede salir el tiro por la culata», finalizó Cristina Pérez.