Quiso compartirlo con cada uno de los televidentes. Y es que luego de contar que había atravesado momentos de depresión tras enterarse de que su hijo Antonio tenía autismo, María Julia Oliván habló de cómo sus antiguos trabajos le permitieron saber de qué manera comunicarse con el pequeño. Esto sucedió en “LAM”, el programa que conduce Ángel de Brito.
“Yo era madre primeriza y lo llevé al pediatra, a un control de rutina. El médico un día me preguntó: ‘¿usted juega con el niño?’ Porque veía lo que se conocen como signos de alarma en la detección temprana. Notó un juego atípico”, comenzó asegurando en torno a cómo el médico comenzó a sospechar del diagnóstivo de su hijo.
“Él tenía un consultorio que era como una pequeña plaza. Y vio que Antonio iba de un lado a otro, no se quedaba a jugar”, explicó María Julia Oliván. Sin embargo esto no fue todo, ya que inmediatamente la reconocida periodista decidió ir por más. “Fui payasa, está en mi currículum. Compré mi primer auto con las fiestas infantiles”, afirmó.
“En la semana trabajaba en un banco. No es que soy una genia, me gustan los chicos. Tuve ganas de ser madre y lo busqué mucho. Además, fui maestra en un colegio bilingüe. Acá, uno de los problemas principales es cómo lograr, cuando tu hijo quiere algo, que nos mire. Para que se dé cuenta que lo que quiere tiene que haber una persona que se lo acredite”, aclaró.
“Los chicos tienden a agarrarlo porque les cuesta el lenguaje y la comunicación. Cuando era más bebé y estaba sentado en su sillita me ponía la nariz de payaso y una peluca y le decía qué querés. Y él balbuceaba hasta que después dijo: Yo quiero agua. Ahora uso las pelucas pero para jugar, que es otro estadío”, sentenció María Julia Oliván.