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VIDA Y ESTILO

Château Lafite Rothschild: un recorrido a través de su historia

El origen y las vicisitudes históricas de uno de los exponentes más prestigiosos en materia de producción de vinos de la región de Burdeos.

Chateau Lafite Rothschild

El proverbio latino In vino veritas de Plinio, el viejo suele utilizarse con frecuencia para consagrar un convivio a la cultura y la filosofía. Podemos traducir la frase como «En el vino (yace) la verdad», pero más allá de la tradición y el cultismo, el vino opera verdaderamente como agente activo de la historia. Su desarrollo corre a la par del de las sociedades modernas y sus diferentes expresiones, tales como la poesía, la pintura, la escultura o la política. En esta nota veremos de qué manera, la vigencia de Château Latife Rothschild ha estado siempre en contacto con el progreso cultural y social de Europa.

Edad Media y establecimiento

La mención más antigua a Lafite de que se tiene registro se remonta al siglo XI durante la baja Edad Media, para referir al abad del monasterio Vertheuil, Gomboud de Lafite. Etimológicamente, «Lafite» proviene del gascón -una variante galorrománica de la región de Aquitania- «La hite», que puede traducirse como «la colina» o «el montículo». Si bien es posible que ya existieran vides en la propiedad, es desde finales del siglo XVII, con el establecimiento de la familia Ségur, que se constituyó la reputación de Lafite en tanto que finca vitivinícola. Hacia finales del siglo, el heredero de Jaques de Ségur, Alexandre, contrajo nupcias con la heredera de Château Latour uniendo ambos señoríos.

Siglo XVIII: éxito en Londres y Versalles

Iniciado el siglo XVIII, el control marítimo británico (tanto de la Royal Navy como de piratas y corsarios) produjo que se comercializara el vino de Lafite en subastas de Londres. Fue tal el prestigio que adquirió que el primer ministro Robert Walpole (padre del novelista Horace Walpole) adquiría de manera trimestral un barril de Lafite. Es conveniente señalar que, durante este tiempo, en Francia no se había desarrollado un interés generalizado por los vinos de Burdeos. Hacia comienzos de la década del 20 del siglo XVIII, el Marqués Nicolás Alexandre de Ségur emprendió arduos esfuerzos por incrementar el prestigio de los vinos de Lafite en la corte de Versalles durante la regencia de Felipe II de Orleans. Fue tal su éxito en esta empresa que el Marqués pasó a ser conocido como «El príncipe de las vides», mientras que su vino recibió el título de «Vin du Roi» (El vino del rey). Es así que notables representantes de la aristocracia francesa, tales como Mme. Pompadour o Mme. du Barry, consumían exclusivamente los productos de Lafite, encantadas por el beneplácito de la corona.

Siglo XIX: consecuencias de la Revolución

La falta de herederos varones del Marqués trajo aparejada la disolución de sus propiedades entre sus cuatro hijas y, por consecuencia, la separación de Latife y Latour. En 1785, Latife pasó al nieto del Marqués, el Conde Nicolás María Alexandre de Ségur, preboste de París. Por un deficiente manejo de su patrimonio, el Conde se vio envuelto en deudas que decantaron en la venta de Château Latife en 1784 a Pierre de Pichard, presidente del parlamento de Burdeos. Por estos tiempos, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, en calidad de embajador en Versalles, tuvo una estancia de cinco días en Burdeos en los que señaló la jerarquía de los Cru, determinando la vigencia de los futuros cuatro Premier Cru. De Pichard fue ejecutado en la guillotina el 30 de junio de 1794 y de esa manera finalizó la historia de la familia Ségur en la dirección de Château Latife.

Siglo XIX: dominio neerlandés y el arribo Rothschild

Un grupo de comerciantes holandeses, entre los que destaca el nombre de Jean Arend de Vos Van Steenvwyck, adquirió la finca a comienzos del siglo XIX. En el año de 1855, durante la Exposición Universal de París, se consagró a Château Latife como el primero entre los Premier Cru. En 1868, el Château fue adquirido por el banquero Jacob Mayer Rothschild, fundador de la línea francesa de los Rothschild, por la suma de 4.4 millones de francos. Es aquí cuando el Château recibe el nombre que llega hasta la actualidad. Sin embargo, el empresario muere tan solo tres meses después de la compra, pasando a ser propiedad conjunta de los tres hijos de Jacob, Alphonse, Edmond y Gustave Rothschild.

Siglo XX: plagas, falsificaciones y guerras

Los albores del nuevo siglo trajeron severas dificultades para los vinos de Burdeos. Ya a finales del XIX se extendió por Europa una plaga de la filoxera de vid, proveniente de Estados Unidos. Este insecto se alimenta de las hojas y las raíces de la vid, trayendo consigo hongos que necrosan las raíces. Las vides europeas, a diferencia de las norteamericanas, son especialmente sensibles al ingreso de estos microorganismos. Por ello, Château Latife Rothschild se vio obligado a rebajar ciertas cosechas de 1882 a 1886, como así también algunas otras hasta 1915. Por otro lado, el auge de las falsificaciones de los Premier Cru condujo a la sistematización del embotellado del Château para garantizar un control más riguroso y eficaz. Durante la Gran Guerra (1914-1918), la hacienda se vio severamente afectada por las restricciones en los abastecimientos, mientras que la crisis económica producto del crack del 29 obligó a reducir las superficies plantadas. No obstante, todo ello no sería sino la antesala de la catástrofe. El ascenso del nazismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial derivaron en 1940 a la ocupación en Francia. Los bienes y propiedades de la familia Rothschild son embargados y puestos al control de la administración pública. Asimismo, una guarnición alemana se instaló durante la ocupación en el Château Latife Rothschild. En 1942, la finca fue expropiada con el fin de instaurar escuelas agrícolas. A ello también debe sumarse el saqueo indiscriminado de las bodegas y los sótanos a manos de las tropas nazis.

Posguerra y restauración

Luego de la victoria aliada en 1945, Élie de Rothschild se hizo cargo del Château y orquestó un exitoso programa de rehabilitación de las viñas y las edificaciones. Durante la década del 60, se consolidó el renacer de Château Latife Rothschild, en parte gracias a la mayor apertura de los mercados, especialmente de los Estados Unidos. Desde entonces, y dos generaciones después, la vastedad de conocimiento del suelo y la aplicación reflexiva de técnicas y tecnologías que combinan modernidad y tradición han decantado en uno de los viñedos más grandes de la región de Médoc. La producción es mayormente Cabernet Suavignon y, en menor medida, Merlot y Cabernet Franc.

Ante la ocasión de degustar un Château Latife Rothschild, uno debe también tomar dimensión de la profundidad histórica que ello supone. A la par del placer del vino, experimentamos el devenir de los siglos y la maestría que procede de la adversidad.