(Por Carolina Mena Saravia para El Intransigente).- El arte del buen vivir no tiene reglas. Por eso, vinos y puros son una excelente combinación, ya que ambos deben su existencia al disfrute, o al menos, así son concebidos desde siempre. El gusto, el olfato y la vista son los sentidos que cobran protagonismo en esta sinfonía, que merece ser escuchada en momentos sublimes, de recreación y por qué no, con una muy buena compañía.
El puro tiene su origen en las colonias americanas. Desde antes de la llegada de Cristóbal Colón se tiene conocimiento de que las culturas indígenas cultivaban tabaco, secaban sus hojas y aspiraban el humo que producían al quemarlas en festividades o solo con fines recreativos. Los mayas se caracterizaban por envolver las hojas en forma de rollo, y quemándolas, disfrutaban de este auténtico precursor del puro o cigarro.
Europa, con la llegada de Colón, fue receptora de este hábito, y también comenzaron a cultivar tabaco. Como la moda no incomoda, el hábito de fumar se propagó rápidamente entre la aristocracia y las clases altas, convirtiendo al cigarro en la quintaesencia del buen vivir.
Con la expansión del hábito surgió la proliferación de cultivos, sobre todo en América, con la isla de Cuba como centro, extendiéndose también a otros lugares del continente y sobre todo las islas de Centroamérica.
Cuba, tradición de puros
El clima y el suelo de la isla congeniaron a la perfección con el tabaco, y pronto Cuba albergó el nacimiento de fábricas de puros de excelente calidad reconocidos en el mundo entero.
Pero la dicha duró hasta la Revolución cubana en 1959, y la consolidación como primer productor de tabaco que adquirió en los siglos XVIII y XIX cedió ante el embargo comercial que Estados Unidos le impuso en 1963. El tabaco extendió aún más sus cultivos por los países sudamericanos como Nicaragua, República Dominicana y Honduras.
El crecimiento y diversificación de la producción no destronó jamás a Cuba. Todavía conservan el cetro sus famosos puros como Cohiba, Romeo y Julieta, Partagás, Montecristo, H. Upmann, Hoyo de Monterrey, Bolívar… y la lista podría seguir, porque hay para todos los gustos.
Maridajes con el vino
En la fiesta de sabores y sensaciones, siempre el consumidor tiene la última palabra, de allí que la forma de combinar los elementos termine siendo finalmente su decisión. Gustos son gustos, pero las sugerencias son bienvenidas. Y aquí entra a jugar el principio de la intensidad, tanto de los vinos como de los puros y los platos con los cuales se acompañan.
Por eso, un buen maridaje es aquel que no tapa los sabores y los aromas, buscando resaltar en la combinación estos dos ítems. Nuevamente la vista, el olfato y el gusto tienen la última palabra.
La regla básica descansa en la intensidad. A mayor intensidad del puro, mayor intensidad del vino. Para combinar un puro de sabor suave, conviene echar mano a un vino sauvignon blanc y chardonnay. Si lo acompañamos con un plato con pescados, mariscos o quesos, estarían de parabienes los tres.
A mayor carácter, mayor presencia
Ascendiendo la escala gustativa, damos paso a los puros de mediana intensidad, que pueden maridar a la perfección con cepas como pinot noir o merlot, o un blend de ambos también sería correcto.
Los puros intensos son excelentes compañeros del syrah y del cabernet sauvignon. La fortaleza de ambos se potencia, sin anularse, para dar paso a la plena sensación olfativa. También este tipo de cigarro combina con vinos dulces como el oporto y el jerez, excelentes compañeros de los postres.
¿Cómo combinamos un puro con notas de especias, vainilla y frutos rojos? El moscato, sauternes, riesling, vin santo, tokaji aszú o madeira son candidatos ideales. Las notas profundas dan paso a la apertura de sabores de estas variedades.
La invitación está hecha, instando al atrevimiento de probar nuevas mixturas. Después de todo, ¿quién no recuerda a Winston Churchill, inglés de pura cepa, con un puro de cepa cubana -valga la redundancia- en este caso el Romeo y Julieta, su compañero preferido de importantes reuniones y momentos privados en su estudio de su residencia en Downing Street?