Parece innegable afirmar que el Vermouth, junto con los espumantes, es el vino más consumido durante el verano. Con la llegada del calor, los bares de las calles principales se pueblan de comensales que buscan un trago que sea refrescante pero que no sea excesivamente dulce.
En efecto, hay sabores que definen temporadas, cada vez que las ofertas de la gastronomía y de la coctelería, tanto en platos como en cócteles, se calibran con las preferencias de los consumidores. Asimismo, al aludir a los tiempos actuales, el Vermouth es sin lugar a dudas, uno de los tragos del momento.
El público consumidor parece optar cada vez con más frecuencia por opciones elaboradas con ingredientes naturales. Asimismo, en el caso particular del Vermouth, privilegia la baja graduación alcohólica. Este fenómeno particular se potencia, también, con la proliferación de distintas alternativas artesanales con marcada impronta local. De acuerdo con las estimaciones del sector, desde el año 2012 surgieron alrededor de unas cien marcas nuevas en la totalidad del mundo.
Es importante destacar que el Vermouth es un aperitivo que se elabora a base de vino (el cual puede ser blanco, tinto o rosado). A este vino base se le añaden extractos de hierbas, flores, frutos y especias. Posteriormente, se le puede agregar alcohol, azúcar o caramelo. Al final, su graduación alcohólica puede variar entre un 15 y un 20 por ciento y, para poder ser considerado un Vermouth legítimo, debe tener al menos un 75 por ciento de vino en la composición.
Esta receta supone un notable atractivo para los bartenders, así sea para retocar los tragos clásicos como así también para elaborar nuevas fórmulas. El Vermouth suele emplearse en muy diversos planos. En efecto, algunos lo utilizan para especiar mezclas y añadir mayor complejidad. Otros optan por él debido al aporte de amargor que representa. Sea como fuere, lo mejor siempre es comenzar con lo ya establecido y, a partir de allí, dar rienda suelta a la creatividad.
Cómo se origina su resurgimiento
El auge en el consumo de Vermouth que se vive desde hace ya algunos años responde principalmente a su ductilidad como aperitivo y a la oferta en franco ascenso de vermuterías que ofrecen un amplio abanico de marcas artesanales y de calidad.
Por supuesto, Argentina ostenta una historia de larga data con el Vermouth. Hay registros en los que consta que se consume desde la segunda mitad del siglo XIX, cuando llegó junto al aluvión migratorio de la Europa mediterránea. Ya desde principios del siglo XX, las principales marcas que lo trajeron se dedican a su producción en el país. Todo ello contribuyó a su devenir en tanto que en bebida popular y con marcado arraigo en todo el país. Toda una muestra del patrimonio cultural de nuestra idiosincrasia.
Precisamente, en lo que respecta al aspecto generacional, la historia del Vermouth sugiere que su consumo data desde hace más de cien años. Es habitual escuchar anécdotas de los abuelos aguardando «la hora del Vermouth» con muchas ansias. Tal denominación aludía al indicio de ya que era la hora de descansar y de disfrutar.
Precisamente, en la actualidad, la tendencia pareciera cada vez más enfocada en el disfrute, tanto de la amistad como de las comidas y, especialmente, de compartir. El Vermouth, desde tiempos lejanos, resume todo ello. Supone brindarse aquel espacio y momento para detenerse del ritmo cotidiano y solo disfrutar. En efecto, la vermutería y la cervecería suponen los espacios preferidos a la hora de descontracturar y de experimentar nuevos viejos sabores.
Una cuestión generacional
La juventud alberga de manera intrínseca ese espíritu y afán de descubrir espacios nuevos, investigar, conocer y catar. El Vermouth, al tratarse de una bebida de menor densidad alcohólica, fresca y fácil de tomar, propicia la ocasión de beber algunos vasos sin que ello repercuta de manera significativa en el estado de los consumidores.
De ese modo, el Vermouth volvió a imponer autoridad en tanto que una bebida presente en las bodegas de cualquier casa. Probablemente, un aspecto que contribuye en ese fenómeno se deba a que cumple con «la regla de las tres B: bueno, bonito y barato».
El Vermouth tuvo su auge hace apenas un par de años. No solo empezaron a elaborarse a nivel nacional, sino que, sobre todo, comenzaron a surgir las vermuterías en las grandes capitales de las provincias. No solo consiguieron incrementar su consumo, sino que constituyeron la tradición de tomarlo en un horario específico: luego del trabajo, entre la tarde y las primeras horas de la noche.