Los influencers son personas que por su llegada en Redes Sociales y la gran cantidad de seguidores que poseen, se dedican a la promoción de productos y servicios. El oficio de influencer aumentó de manera exponencial en los últimos años de la mano del también aumento de usuarios en redes y la cantidad de horas que se pasa en ellas.
Una práctica habitual es que las marcas, nacionales e internacionales, se pongan en contacto con los influencers para solicitar sus servicios a cambio de una remuneración económica o de servicios (el famoso «canje»). Cuantos más seguidores tenga el influencer de que se trata, más elevado podrá ser su cachet.
Asimismo, cabe destacar que los influencers suelen ser personas ya conocidas en el ambiente mediático, tales como artistas, modelos o presentadores de tv. Sin embargo, ello no es exclusivo. En efecto, existen muchos ejemplos de personajes que llevaron el camino inverso y se convirtieron en famosos primero en las plataformas digitales.
El efecto de los influencers en las juventudes
La proliferación de influencers supone una serie de problemáticas en lo que respecta especialmente al público más joven de las Redes Sociales (por otro lado, el más influenciable). Por un lado, muchos jóvenes ven en esa práctica un trabajo deseable que los conduce a descuidar su rendimiento académico, a exponerse y sobre exponerse en Internet e incluso a la frustración malsana.
Otro tema de preocupación es el del contenido promocionado por estas tandas publicitarias humanas. En efecto, en algunos casos puede tratarse de productos que no están recomendados ni pensados para un público menor o audiencias inmaduras. Asimismo, un riesgo al que se someten los influencers es el de cerrar un trato con algún servicio o producto ilegal y se vean afectados en el plano de la Justicia.
Precisamente ese es el caso de la famosa Wanda Nara a quien, según se supo, se la imputó precisamente por promocionar en su cuenta de Instagram a un casino que no tenía habilitación ni en la ciudad de Buenos Aires ni en ninguna provincia de la Argentina. La imputación responde a la infracción del artículo 301 bis del Código Penal que prevé una pena de entre tres y seis años de cárcel para quien explote, administre, opere u organice “por sí o a través de terceros, cualquier modalidad o sistema de captación de juegos de azar sin contar con la autorización pertinente emanada de la autoridad jurisdiccional competente».
Es preciso destacar que las plataformas de juegos de azar online se sostienen exclusivamente por el aval, la legitimación y la publicidad que proporcionan los influencers en los distintos portales de interacción social en Internet. De modo que, huelga decir, es fundamental que quienes se desempeñen en estas prácticas se aseguren de investigar a fondo a quién o a qué se está publicitando.