La etapa de Martín Palermo como entrenador de Olimpia llegó a su fin luego de una dura derrota por 4 a 0 frente a Vélez, que aceleró una salida que ya parecía inevitable por los malos resultados recientes. Sin embargo, lejos de la tensión del momento, el ex delantero de Boca optó por despedirse con un mensaje sincero, lleno de gratitud, en el que remarcó el orgullo que sintió por dirigir al club paraguayo.
“La 47 nunca la voy a olvidar”, escribió el Titán, en alusión al título del Torneo Clausura 2024, uno de los momentos más altos de su ciclo. Acompañó la frase con una imagen en la que aparece levantando el trofeo, y aseguró: “Me voy con la tranquilidad de haberlo dado todo por este club tan grande”. Con un 56% de efectividad, Palermo dejó números positivos en un año cargado de emociones.
En su publicación, también destacó que cumplir ese logro fue una meta personal que venía persiguiendo desde hace tiempo como técnico. “Logramos cumplir mi sueño de salir campeón por primera vez”, expresó. Y no se olvidó de nadie: “Gracias a dirigentes, empleados, jugadores, hinchas y mi cuerpo técnico. En los buenos y malos momentos, siempre estuvimos juntos”.
Palermo dejó abierta la puerta a un regreso
A pesar del desenlace, Palermo cerró su carta de despedida con optimismo. Sin dramatismo ni reproches, dejó un guiño para el futuro: “No me despido. Hasta la próxima”. La frase refleja no solo el cariño mutuo que se generó con el club, sino también la ilusión de poder regresar algún día.
La decisión de terminar el vínculo se aceleró tras la goleada sufrida ante el Fortín en condición de local, la tercera caída consecutiva y la quinta en seis partidos. En conferencia de prensa, Palermo ya había anticipado que su continuidad estaba en duda. “Quiero pedir disculpas a los hinchas. No voy a tomar decisiones en caliente”, dijo aquella noche. Finalmente, horas después, la dirigencia resolvió ponerle fin al ciclo.
Martín Palermo asumió como DT de Olimpia en febrero de 2024, y aunque la etapa terminó antes de lo esperado, se marcha con el sabor dulce de haber levantado su primer título como entrenador. Y con la frente en alto.
