El consumo mundial de vino sufrió una fuerte caída en el año 2024 hasta su nivel más bajo en casi de 60 años, según ha declarado el principal organismo comercial. Ello ha suscitado una creciente preocupación por los nuevos riesgos derivados de los aranceles estadounidenses.
La Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) anunció el pasado 15 de abril que las ventas de 2024 disminuyeron un 3,3 % con respecto al año anterior, hasta los 214,2 millones de hectolitros. La OIV, cuyo informe se basó en cifras oficiales, indicó que esta sería la cifra de ventas más baja desde el año 1961, cuando se alcanzaron los 213,6 millones de hectolitros. Por su parte, la producción se encuentra, también, en su nivel más bajo en más de 60 años, tras haber caído un 4,8 % en 2024, hasta los 225,8 millones de hectolitros.
El informe de la OIV
Giorgio Delgrosso, quien está a cargo de la estadística en la OIV, confirmó que la industria vitivinícola se había visto afectada por lo que podría calificarse en términos de una tormenta perfecta, ya que las preocupaciones sanitarias redujeron el consumo en muchos países y los factores económicos agravaron los problemas.

En tal sentido, el informe anual de la OIV declara que “Más allá de las perturbaciones económicas y geopolíticas a corto plazo, es importante considerar los factores estructurales a largo plazo que también contribuyen a la disminución observada en el consumo de vino”.
La OIV indicó asimismo que el consumidor venía pagando hoy en día alrededor de un 30% más por botella que en 2019 y 2020, y que el consumo general había disminuido un 12% desde entonces. En Estados Unidos, el principal mercado mundial del vino, el consumo cayó un 5,8%, hasta los 33,3 millones de hectolitros. Por su parte, Delgrosso advirtió que los aranceles impuestos por el presidente estadounidense, Donald Trump, tienen el potencial de devenir otra estocada contra la industria vitivinícola. La producción también está en su nivel más bajo en más de 60 años, habiendo caído un 4,8% en 2024 a 225,8 millones de hectolitros.
La situación en el hemisferio norte
Las ventas en China se mantienen por debajo de los niveles pre-COVID. En Europa, que representa casi la mitad de las ventas mundiales, el consumo cayó un 2,8% el año pasado. En Francia, que sabemos, es uno de los principales y más respetados productores mundiales de vino, se consumió un 3,6% menos de vino el año pasado. España y Portugal, por su parte, se encuentran entre los pocos mercados donde el consumo aumentó.
La OIV indicó que la producción se había visto afectada por fenómenos ambientales extremos, tales como precipitaciones superiores a la media en algunas regiones y sequías en otras. Italia fue el principal productor mundial con 44 millones de hectolitros, mientras que la producción francesa cayó un 23%, hasta los 36,1 millones de hectolitros, su nivel más bajo desde 1957.

Italia es también el mayor exportador de vino y su comercio aumentó gracias a la popularidad de vinos espumantes como el Prosecco. España produjo 31 millones de hectolitros, mientras que la producción de vino estadounidense cayó un 17,2%, hasta los 21,1 millones de hectolitros, principalmente debido al calor extremo.
La OIV no pudo prever si el consumo habría de recuperarse y actores del sector, tales como la cadena francesa de vinotecas Nicolas, afirman que, por sobre todas las contingencias, existe una caída generacional en el consumo de alcohol. “La gente ya no bebe en fiestas y los jóvenes consumen menos que sus padres”, declaró la empresa a la Agencia France-Presse. No obstante, “la gente bebe menos, pero mejor”, añadió Nicolas, y por eso está dispuesta a gastar más.