Perú ha producido vino durante siglos y, aunque quizás solo se asocie mundialmente al país con Machu Picchu y, más recientemente, el Oso Paddington, los conquistadores trajeron vides procedentes de las Islas Canarias en el siglo XVI. La bodega Tacama, cerca de Ica, es de hecho la más antigua de América, fundada en el año 1540. Las cifras de 2020 dan cuenta de que Perú ocupa el puesto 26 en la clasificación mundial de producción de vino, lo cual no está nada mal considerando que ya hay alrededor de 120 países en dicha lista.
Tradicionalmente, y por desgracia, la mayoría de las ofertas de vino fueron, en principio, de baja calidad y semidulces, dirigidas a un paladar más acostumbrado a la cerveza. Sin embargo, impulsado por el fuerte crecimiento de la renta disponible de la clase media y el aumento de sus viajes, esto está empezando a cambiar y ahora hay una mayor oferta de vinos secos nacionales, además de muchos más importados del extranjero, principalmente de los países vecinos de Chile y Argentina.

En consonancia con una tendencia creciente a nivel mundial, Perú cuenta con algunos enólogos audaces empeñados en rescatar el uso de uvas autóctonas o el uso de técnicas tradicionales de vinificación. Los aficionados al vino con un alto nivel de compromiso pagarán un precio considerable por este tipo de vinos, disfrutando del atractivo de la tradición ancestral y la rica historia que se cuenta. Asimismo, estos enfoques renovadores suelen implicar una vinificación de baja intervención en recipientes como ánforas de arcilla recuperadas, lo que aumenta aún más su atractivo.
El origen de la Quebranta
Uno de los valientes enólogos a los que se aludió en el apartado anterior es Pepe Moquillaza. Pepe es un defensor acérrimo de la uva Quebranta, la cual surgió del cruce entre la Mollar y la Negra Criolla (conocida como País en Chile) introducidas por los españoles. Esto le confiere la cualidad de ser la única uva peruana verdaderamente autóctona y, hasta hace poco, la Quebranta solo se utilizaba para elaborar pisco.
Ahora, personas como Pepe elaboran vino de mesa seco con ella, trabajando con pequeños productores, a menudo utilizando ánforas de barro tradicionales llamadas Botijas o Piskos (de ahí el término Pisco). Algunos de sus proyectos se encuentran literalmente en medio del desierto, en suelos arenosos extremadamente pobres, algunos a gran altitud y muchos con un contacto prolongado con los hollejos. Los vinos de Moquillaza han formado parte de menús degustación en prestigiosos restaurantes como Central y El Celler de Can Roca, lo cual no es nada desdeñable para tratarse sus primeros proyectos.
Quebranta produce un vino de color más claro que un tinto normal, pero más oscuro que un rosado típico. El vino Viejo Molino demostró tener aromas y sabores a frutos rojos maduros, como cereza y frambuesa, además de notas herbales, minerales y de té negro. Algunos ejemplos pueden tener un perfil de fruta más oscuro, y la intensidad, los colores y los matices varían según el terroir y las decisiones de vinificación. El Quebranta “Doble Pasta” de Viejo Molino se elabora mediante el método “Ripasso”, famoso en Valpolicella, por lo que los enólogos peruanos experimentan y prueban cada vez más.
El presente del vino peruano
Hoy en día, una nueva generación de enólogos entusiastas están empleando a menudo enfoques diferentes; muchos están adoptando el movimiento del vino natural y no clarifican ni filtran, el contacto prolongado con la piel es algo nuevo. Pepe Moquillaza, incluso, tiene vinos que pasan más de un año en sus pieles. Por otro lado, el uso de ánforas de arcilla recuperada está rescatando gradualmente vasijas abandonadas y algunas bodegas incluso están podando la vid para obligarla a crecer en el ciclo del hemisferio norte y, de ese modo, obtener los mejores resultados.

El vino peruano está en plena evolución últimamente. Si bien el vino seco solo se consume en un pequeño porcentaje del mercado nacional, además del destinado a la exportación a minoristas especializados en EE. UU., Europa y Asia, la tendencia está cambiando. De acuerdo con la opinión de los enólogos peruanos, cualquier cosa que aleje a los paladares locales de los vinos simples, empalagosos y semidulces es muy bienvenida. Es prudente mencionar que una empresa semejante podría llevar mucho tiempo, pero mientras tanto, los aficionados al vino peruano están disfrutando de explorar los nuevos vinos secos, especialmente los de Quebranta, Negra Criolla y Moscatel.