Mientras el plantel de Boca ya se encuentra en Estados Unidos ajustando detalles para el Mundial de Clubes, el presidente Juan Román Riquelme se quedó en Buenos Aires con una única obsesión: lograr el regreso de Leandro Paredes. La estrategia incluye contactos directos, una cláusula especial y la promesa de que será el líder futbolístico del equipo. Riquelme no quiere esperar más: su objetivo es que el mediocampista esté disponible para el debut frente a Benfica.
El volante de 30 años, que actualmente juega en la Roma, tiene una cláusula en su contrato que permite su salida exclusivamente a Boca por 3 millones 500 mil euros en cuotas. Esa ventaja, junto con el contexto favorable por su presencia en Ezeiza con la Selección Argentina, despertó la urgencia de Riquelme para avanzar en la negociación. Sabe que es ahora o nunca, y que un fichaje de ese calibre puede cambiar el humor de los hinchas.
Una operación con nombre y apellido
Tras varios meses sin novedades, el Consejo de Fútbol volvió a activar el operativo Paredes. En enero, el pase estuvo cerca de concretarse, pero diferencias económicas postergaron su arribo. Esta vez, desde la dirigencia aseguran que la oferta salarial superaría la presentada a comienzos de año. Aun así, el número está lejos del que cobra en la capital italiana, pero Román confía en el corazón bostero del jugador.
Según trascendió, hubo charlas recientes durante el fin de semana y la expectativa crece. La idea es que, si se concreta rápidamente, Paredes pueda ser inscripto entre los 35 nombres habilitados para disputar el certamen internacional. Boca tiene 32 lugares ocupados y todo indica que hay espacio para soñar con el regreso de una de sus joyas surgidas del club.
¿Jugador o hincha?
Por el lado del mediocampista, el entorno se mantiene en total silencio. Paredes está enfocado en el partido del martes contra Colombia por las Eliminatorias, luego de cumplir una fecha de suspensión. Sin embargo, hay detalles que despiertan ilusión en los pasillos de Brandsen 805: se supo que el futbolista tiene planeado viajar a Estados Unidos durante sus vacaciones, ya sea como jugador o como hincha.
Eso refuerza la esperanza de que su cercanía con el club pese más que cualquier diferencia económica. Riquelme, sabiendo esto, optó por no acompañar al plantel en la gira y centrarse personalmente en convencerlo. Es más que una gestión: es un acto político, un mensaje para adentro y para afuera. Y si logra traerlo, será un golpe de efecto.
El fichaje que puede cambiarlo todo
Para un Boca que busca mejorar su imagen y competir a lo grande en el plano internacional, sumar a Leandro Paredes sería mucho más que un refuerzo. Sería una declaración de principios. Su regreso no solo sumaría jerarquía, sino que también reforzaría el vínculo emocional con los hinchas, muchos de los cuales reclaman incorporaciones de peso.
La pelota ahora la tiene él. Pero si la jugada de Riquelme sale bien, el debut del Xeneize en el Mundial podría tener una presencia inesperada. Una que cambiaría por completo las expectativas del equipo y encendería la ilusión de todos.
