Si algo sabe Boca es cómo desarticular defensas férreas y bien abroqueladas como las europeas y más si se trata en competiciones oficiales, puesto que ayer es al tercer equipo que el club boquense le convierte dos o más goles a una institución de ese continente y su próxima víctima es el Bayern Múnich de Alemania, con lo cual tiene un motivo por el cual sonreír en este Mundial de Clubes que se está desarrollando en los Estados Unidos.
La primera vez que se dio esta particularidad fue nada menos que ante el Real Madrid de España por la antigua Copa Intercontinental del año 2000 que se disputó en el estadio Internacional de Yokohama en la ciudad de Tokio, Japón, en la cual el mundo se rindió a los pies del elenco conducido por Carlos Bianchi, con los dos recordados goles de Martín Palermo y una asistencia de antología de otra de las grandes figuras de aquel plantel, Juan Román Riquelme.
La segunda ocasión no es justamente un grato recuerdo porque cayó por el Mundial de Clubes 2007, pero con el formato anterior, ante el Milan de Italia por 4-2 con los tantos de Rodrigo Palacio y Massimo Ambrosini en contra para el “Xeneize” que no pudo contar con su máxima estrella, Román, que tuvo que masticar bronca desde la platea porque el Villarreal español no lo autorizaba a estar desde el césped vistiendo la camiseta azul y amarilla como sí lo hiciera el semestre pasado de aquella temporada.
La tercera se dio hace menos de 24 horas en el Hard Rock Stadium de la ciudad de Miami contra el Benfica de Portugal en el debut del Grupo C del renovado y revolucionario certamen internacional que se está llevando a cabo en Norteamérica. Las conquistas de Miguel Merentiel y de Rodrigo Battaglia parecían que el conjunto azul y oro podía empezar de la mejor manera posible doblegando a las “Aguilas”, pero en el segundo tiempo el trámite se emparejó.
Se verá entonces si el cuadro de la Ribera, con Miguel Angel Russo como Director Técnico, plantea una estrategia diferente que empleó frente al elenco luso y el viernes saldrá a matar o morir jugando de manera inteligente y no dejándose avasallar por el rival.
