Detrás del Gasoducto 'Néstor Kirchner': la 'guerra' interna dentro del Gobierno, la presión del FMI y un posible ajuste POLÍTICA El Intransigente

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Detrás del Gasoducto ‘Néstor Kirchner’: la ‘guerra’ interna dentro del Gobierno, la presión del FMI y un posible ajuste

El último viernes el Gobierno anunció la creación de un fideicomiso para la ejecución de la obra.

Martín Guzmán junto a Darío Martínez.

Uno de los pedidos que impulsó el Fondo Monetario Internacional (FMI) para cerrar un acuerdo es reducir el déficit cerca de un punto del PBI. Para esto, el Gobierno nacional estudia por dónde puede achicar el gasto público y, en primer lugar, apuntó a recortar el subsidio a las facturas de luz y gas. La discusión impulsó una fuerte interna política y en las últimas horas se abrió una nueva ‘guerra’ dentro del Ejecutivo por el gasoducto Néstor Kirchner’. 

Los sectores más duros del kirchnerismo se resisten a aplicar un recorte en los subsidios y aplicar un tarifazo, medida que entienden es un pedido expreso del Fondo. Para esto, pregonan la idea de avanzar con el desarrollo del gasoducto que permitirá trasladar el fluido desde Vaca Muerta a la localidad de Salliqueló, para luego distribuirlo a la Provincia de Buenos Aires y el Nordeste del país. De este modo, se prevé que se ahorren US$ 1.000 millones por año, por sustitución de importaciones de gas de Bolivia, GNL y combustibles alternativos para la generación eléctrica.

Uno de los encargados de enarbolar esta bandera es el secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, protagonista de múltiples tensiones con el ministro de Economía, Martín Guzmán, a quien debe rendir cuentas. Lejos de impulsar el trabajo en conjunto y apuntar a un mensaje de unidad sobre uno de los pedidos del Fondo, el funcionario que responde a CFK durmió al titular del Palacio de Hacienda y buscó cargarse los laureles de la gestión. 

Hace una semana se encargó de anunciar con bombos y platillos la «inminente firma» del DNU que iba a otorgar la concesión del futuro Gasoducto Néstor Kirchner a la empresa Integración Energética Argentina (IEASA) y autorizaría la constituir el fideicomiso para la ejecución de la obra. Incluso, sacó un comunicado de prensa resaltando la gestión de esta negociación. 

Sin embargo, el decreto salió el pasado lunes en el Boletín Oficial y, recién en ese momento, el Ministerio de Economía que conduce Martín Guzmán -cartera de la que depende la Secretaría de Energía- celebró el anuncio. “El gasoducto #NéstorKirchner, que permitirá ampliar el sistema de transporte de gas, escalar la producción y exportaciones. (…) Estamos poniendo en marcha uno de los proyectos de infraestructura más importantes para el funcionamiento de la macroeconomía de los próximos años”, enfatizó el funcionario nacional. 

“Fue rarísimo que lo anuncie el secretario de Energía, los desacuerdos en el Gobierno llegan a este tipo de desaguisados”, enfatizó el comunicador Alejandro Bercovich en su editorial del programa ‘Brotes Verdes’ por C5N. “Este tipo de desavenencias internas son más importantes que un grito en un despacho. Son las que nos cuestan plata a nosotros y pone en riesgo la reactivación económica que pende de un hilo”, insistió. 

Demora en la obra pública

Esta guerra desnudó al Gobierno nacional y dejó en evidencia la demora en las obras de un proyecto que estaba en carpeta pero se frenó por internas políticas. Según Bercovich, la plata para la construcción de este gasoducto que se anunció en agosto del año pasado está disponible desde hace ocho meses. Se trata de fondos que recaudó el Ejecutivo mediante el Aporte Solidario a las grandes fortunas, iniciativa del diputado Máximo Kirchner. “No sé por qué demoraron tanto, no explicaron”, manifestó el comunicador sobre la versión oficial. 

¿Anticipa un ajuste?

Si se hubiese avanzado en esta obra, Argentina podría haber ahorrado una cifra que hubiese dado un marco hipotético para discutir si era necesario impulsar tarifazos energéticos. No obstante, recién esta semana se oficializó el financiamiento y las obras demorarían al menos un año. En ese tiempo, el Gobierno debería presentar ante el Fondo un avance en el achicamiento de la brecha del déficit y cualquier posible ahorro no pasaría por el efecto positivo del gasoducto, sino que respondería a quita de subsidios, aumentos en tarifas o ajustes en el gasto social. 

Si el ajuste no va a pasar por las jubilaciones y el gasto social, pero si por las tarifas puede tener un impacto. Pero si los subsidios no se pueden tocar por la crisis energéticas internacional y la demora en el gasoducto, ¿Qué va a pasar con las jubilaciones y la ayuda social?”, planteó el comunicador. 

Todos estos interrogantes quedarán abiertos hasta que el Gobierno nacional brinde detalles sobre el acuerdo final con el Fondo, un documento que mantiene hermético bajo siete llaves y sobre el que, hasta ahora, brindó algunos pantallazos generales.

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