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POLÍTICA

La nueva contradicción del Gobierno en política exterior que muestra la injerencia de Cristina Kirchner

La Cancillería afronta una batalla interna entre diplomáticos afines a Occidente y otro bando pro Rusia.

Cristina Kirchner

El Gobierno sumó en las últimas horas un nuevo capítulo en materia de política exterior. Hace dos semanas, la Argentina respaldó la suspensión de Rusia como miembro del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, tras el ataque del ejército de Vladimir Putin contra la población civil de Bucha, Ucrania. Sin embargo, este jueves dejó un guiño a Moscú con un planteo opuesto ante la Organización de Estados Americanos (OEA).

Ayer, la Argentina se abstuvo a votar la suspensión del país europeo del organismo internacional. Sin embargo, la OEA avanzó en la medida e interrumpió el rol de Rusia como observador permanente. La resolución se aprobó con 25 votos favorables de los 34 miembros del organismo, según precisó NA

En su argumento, la administración de Alberto Fernández se respaldó en el caso del Reino Unido y la ocupación de las Islas Malvinas. “El Reino Unido también es observador en OEA, ocupa territorio argentino (las Islas Malvinas) y es una potencia militar de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) que despliega su poderío, pero nadie lo sanciona por ello”, esgrimieron. 

La guerra interna en política exterior

Dentro del Gobierno nacional existen dos líneas claras que van por caminos opuestos en política exterior. En un extremo, el albertismo pretende mejorar la relación con occidente, principalmente para tener más espalda ante el FMI. El equipo que defiende esta postura reúne a diplomáticos de peso. 

Por el lado “albertista” se ubican los diplomáticos Jorge Arguello, actual embajador nacional en Washington; el subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de la Cancillería, Gustavo Martínez Pandiani; y un funcionario con despacho en Casa Rosada, referenciado en el Vaticano y con rango de secretario de Estado, Gustavo Béliz.

En paralelo, desde el kirchnerismo pregonan la intención de acercarse al este y, en particular, a Rusia, mientras el resto del mundo lo condena. Los referenciados K son el vicecanciller, Pablo Tettamanti, que fue embajador en Rusia en el Gobierno de Cristina Kirchner. Luego, dejó el Ejecutivo con el arribos de Cambiemos y, al volver el Frente de Todos al poder, el Instituto Patria lo ubicó como número dos de la Cancillería durante la gestión de Felipe Solá. Sin embargo, conservó el cargo y hoy es quien le sigue a Cafiero, con quien mantiene severas diferencias. 

Carlos Raimundi, la espada pro Rusia

A pesar de que Tettamanti es el número dos de la Cancillería, los expertos subrayan que los desacuerdos más importantes con la Casa Rosada residen en el despacho del embajador ante la OEA, Carlos Raimundi.

El diplomático fue eje de múltiples críticas el año pasado tras consolidarse como uno de los principales defensores del gobierno de Venezuela a pesar de que la administración de Alberto Fernández avaló un informe que denuncia graves violaciones a los derechos humanos por parte de Nicolás Maduro. 

Raimundi es parte de un grupo de “mosqueteros” de la vicepresidenta en Cancillería que también integran Sabino Vaca Narvaja, embajador en China; Eduardo Zuain en Rusia; y Luis Ilarregui en Cuba. Esta guerra que existe entre las segundas y primeras líneas del Palacio San Martín se reflejó ayer en la respuesta Argentina ante la OEA y tuvo una ganadora, la vicepresidenta Cristina Kirchner.

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