Una de las grandes expectativas que generaba el partido entre Boca y Talleres de Córdoba era ver la actuación de Darío Benedetto. El delantero llegaba cuestionado por algunos hinchas luego de sus declaraciones y sus dos penales fallados frente a Corinthians en la Copa Libertadores. Tras un nuevo error, Antonio Serpa, periodista partidario, analizó en TyC Sports su rendimiento: «Embrujado, engualichado».
«Benedetto es un tema en sí mismo, por supuesto. No había forma de salir bien parado de ese lugar en el que estaba, malogrado y embrujado, engualichado, pinchado por todas las agujas del mundo. ¿Cuántos temimos que fallara? Muchos», dijo. Y agregó: «La energía se siente. La positiva y la negativa. ¿Hizo bien en patearlo? Veámoslo de esta manera: si no pedía el penal -encima luego de haberlo anunciado públicamente- quedaba como un cagón».
«Esa es la forma en la que entendemos el fútbol los argentinos. Cuando el propio Benedetto pidió el cambio en Madrid porque se sentía mal, lo trataron de cagón», explicó el cronista. Y ejemplificó: «Cuando el Pato Abbondanzieri eligió salir contra Alemania en el Mundial 2006, lo trataron de cagón. Los que salen no son profesionales ni racionales ni tipos que confían en el compañero: son cagones».
Benedetto y su relación con la gente
«Y no faltará después de las declaraciones de Rojo, que confirmó que en el entretiempo Pipa le dio vía libre para patear otro penal si lo había, quien lo trate de cagón. De cobarde», siguió Serpa. «El problema es que Benedetto era el mismo tipo que hace diez días trituró la ilusión de los hinchas con sus errores. Y es el mismo tipo que, caliente con los dirigentes, había hecho una arenga que ahora es cuestionada, pero que si Boca hubiera ganado habría pasado a la historia igual que ‘Salvestrini al psicólogo'», sostuvo.
¿Cómo quedará ahora la relación entre el goleador y los hinchas? «Benedetto es el mismo tipo que reconoció que el equipo estuvo a punto de no concentrarse por diferencias de dinero, y hay pocas cosas peores que eso para un hincha. El hincha ama a la camiseta, no alienta por plata (salvo la barra, claro), y espera ingenuamente que los jugadores se comporten del mismo modo», afirmó Serpa. ¿Es posible una reconciliación?