Ángel Celoria fue el ayudante de campo de Carlos Ischia durante su etapa en Boca, entre 2008 y 2009. Tras la salida de Miguel Ángel Russo, el club de la Ribera confió en el histórico colaborador de Carlos Bianchi para el puesto de director técnico. Y en esa época se vivió la pelea entre Martín Palermo y Juan Román Riquelme. Ahora, años después, Celoria no duda y cree que «podrían trabajar juntos».
«La rivalidad entre Palermo y Riquelme existió, sin dudas. Se saludaban únicamente en la cancha para festejar los goles. Después, se ignoraban en el vestuario. No compartían el mismo grupo y comían en mesas distintas; nunca hubo un clima que afecte el rendimiento del equipo», contó. Y agregó: «Eran dos fenómenos, pero la pelea fue por una cuestión de vedetismo, de quién era más importante frente al grupo o en el vestuario».
En su charla con Infobae, Celoria dejó en claro que aquella vieja pelea no debería interferir en la actualidad. «Boca está buscando entrenador y Palermo está sin trabajo, podrían trabajar juntos, una cosa no quita a la otra; son dos muchachos inteligentes. Que Palermo sea técnico de Boca y Riquelme lo contrate es mucho más importante que la pelea que tuvieron en el vestuario por querer ser uno más que el otro«, sostuvo.
El cierre del ciclo
¿Cómo y por qué se terminó el ciclo de Ischia en Boca a pesar de que logró ser campeón? «Más allá de la pelea Palermo-Riquelme, no tuvimos otros inconvenientes. Disfrutamos de aquella época en la que ganamos dos títulos. Nos quedamos afuera de la Libertadores ante Defensor Sporting, siendo Boca el mejor equipo de la zona. No pudimos cumplir con nuestras aspiraciones y a partir de ahí, empezó la debacle», contó Celoria.
«Sufrimos muchas cosas que nos terminaron perjudicando. La muerte de Pedro Pompilio, que la sintió mucho el grupo», detalló. Y sentenció: «Además, no tuvimos a Palermo porque sufrió una lesión en los ligamentos. No contamos con Riquelme para pretemporada porque se fue a jugar a los Olímpicos. Tuvimos una serie de dificultades que nunca consideró la dirigencia y nos terminaron echando».