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ESPECTÁCULO

«Un médico, por favor»: el fuerte momento que vivió Débora D’Amato en un supermercado

La comunicadora brindó todos los detalles a través de su cuenta de Twitter.

América TV
Débora D'Amato.

Empática y siempre dispuesta a ayudar. De este modo es como se muestra nada más y nada menos que Débora D’Amato, la periodista que ser desempeña en C5N, quien en las últimas horas vivió un momento realmente desesperante en el supermercado. Así fue como lo contó en sus redes sociales, relatando con todos los detalles.

«Resulta que fui al super a realizarle una compra a mi madre (recién dada de alta de su internación) aprovechando que mis dos hijas, ambas con broncoespasmos y fiebre, estaban descansando y nuestra Tita podía estar a cargo del grupo familiar. Empezaba el recorrido ciertamente feliz porque había muy pocas personas y la compra pintaba rápida. De golpe, en el sector de productos se limpieza escucho gritar a una mujer ‘un médico, por favor'», comenzó señalando.

«Me asomo y veo a una señora mayor, tirada en el piso, boca arriba y con una inmovilidad que me heló la sangre. Le tomo la mano. La tenía fría pero los ojos abiertos y eso me dio cierta ‘tranquilidad’. Se acerca un señor mayor: ‘Mami, mami, acá estoy’. El marido, pálido le tomó la otra mano. Se me estrujó el corazón. Nadie la vio caer pero por la posición se había caído de espaldas. Su mano tenía un mínimo temblor. Le hablé, le dije que se quede tranquila que nadie iba a hacerle nada. Le pregunté su nombre y su marido me advirtió que la señora tenía demencia senil y que seguramente ni me contestaría. La señora me miró, apretó la mano y dijo: ‘Juana, me llamó Juana'», lanzó.

Fue en ese momento cuando Débora D’Amato decidió ir por más. «Se acercó, después de un extenso tiempo, una mujer del super. Le quiso levantar la cabeza. Le dije que NO la mueva. Le quiso levantar los pies. Le volví a advertir que NO la mueva pero se los levantó. Un rato después, mientras Miguel (así se llama el marido, justo igual que mi papá) y yo charlábamos sentados en el piso, ambos tomando la mano de Juana, apareció un señor muy mal educado pero sobre todo con unos modos espantosos a ver qué pasaba. Intentando lo mismo que la mujer inicial. Le dije, más firme: ‘NO la toques NI levantes. Calmá tus modos y llamá YA a una ambulancia’. Yo no pude: no tenía señal en el fondo del local. Por supuesto me detestó y con cara de OGT llamó (ponele que la llamó porque la ambulancia demoró más de 50 minutos después de varios reclamos que hice con el muchacho que dejó al lado nuestro)», señaló.

Movilizante

«En un momento una señora me preguntó si Juana estaba bien y le dije: ‘Esperamos a la ambulancia’. Se fue y a los pocos segundos apareció por entre las góndolas su esposo, médico cardiólogo más precisamente. Le explicamos todo. ‘¿Por qué le levantaron las piernas?’. Por supuesto, no debieron hacerlo pero la señora no me dio bola. Resulta que tenía una arritmia muy aguda y no ayudó levantarle las piernas. La ambulancia no venía, ¿el gerente?, bien gracias. El gentil médico decidió cruzar a su casa, traer su maletín y acompañarnos hasta que llegue la ambulancia. Apareció el gerente solo para retar a la señora que se asomaba y la que contestó, mirándonos a Miguel y a mí, ignorando al mal educado: ‘Soy médica, si me necesitan, me acerco'», contó la comunicadora.

«Ante el regreso de su casa, el médico le tocó la cabeza y tenía FLOR de chichón. Juana charlaba de la nada misma conmigo y con Miguel quién, cuando se sintió más contenido, le dio algunos piquitos diciéndole que siempre estaba a su lado. Ella NO me soltaba la mano. Él me contó un poco de sus vidas y se fue relajando. Llegó la ambulancia y con el doctor vecino, Miguel y yo esperamos que la lleven. Miguel me pidió mi teléfono y justo yo se lo estaba por pedir. Hace un rato me llamó para decirme que Juana dio bien en la resonancia y que iban a controlar más el tema de la arritmia y los medicamentos que tenía por sus temas de salud», reveló.

«Si no me quedaba y no aparecía el médico vecino, el supermercado no solo NO le dio NI cinco de pelota si no que pretendían que se levante y se vaya. Ni que hablar de los malos modos y educación. Ni que hablar de las veces que he ido de compras en otras ocasiones y a varios empleados los han retado como si fueran niños. Lo de hoy colmó mi paciencia y por eso estoy aquí relatando. Porque si pido el libro de quejas, ni pelota. Sería excelente que mejore el trato y demuestre cierto interés si una mujer (u hombre) mayor se cae y queda tendida en el piso sin poder moverse. Realmente de cuarta», sentenció Débora D’Amato.

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