El país más grande y poblado de Sudamérica, Brasil, a menudo se ve eclipsado por Chile y Argentina en que respecta al escenario internacional del vino. Sin embargo, ignorar la industria vitivinícola brasileña sería, cuanto menos, un error. A medida que la escena vitivinícola tardía del país todavía busca definirse a sí misma y las uvas, estilos y métodos que sientan mejor a sus extensas regiones vitivinícolas, queda claro que el vino de Brasil trabaja arduamente construyendo una identidad propia, una que determina un marcado alejamiento de los estilos característicos que pueden encontrarse en otras partes de Sudamérica. Didú Russo, experto en vinos brasileños y autor, dice que los vinos de Brasil son, en promedio, «más afrutados y frescos (…) debido al clima más lluvioso y la proximidad de los viñedos al Océano Atlántico».
No obstante, resulta dificultoso encasillar el vino brasileño en algún tipo de etiqueta, ya sea en lo que respecta al estilo o de otras características. Efectivamente, Brasil no alberga ninguna variedad de uva autóctona. Ello que significa que su industria vitivinícola fue moldeándose, casi en su totalidad, por oleadas de inmigrantes e influencias extranjeras. Además de las uvas americanas e híbridas que conforman la mayor parte de la producción vinícola de Brasil, existen productores que trabajan con una amplia variedad de vides de Vitis vinifera, desde variedades internacionales clásicas, tales como Chardonnay, Merlot y Cabernet Sauvignon, hasta uvas italianas como Teroldego y Barbera, pasando por variedades procedentes de Portugal ,como Tinta Roriz y Touriga Nacional.
Los orígenes de la industria
Aquellas uvas arribaron al país en oleadas de la mano de los inmigrantes que las trajeron, empezando, desde luego, por los portugueses que desembarcaron por primera vez en Brasil en 1532. El explorador Martim Afonso de Sousa plantó las primeras vides, pero el vino no se produjo sino hasta 1551. La viticultura exitosa, sin embargo, no se materializó hasta 1808, cuando la familia real portuguesa, que escapó de la invasión francesa huyendo a Brasil, llegó al país y se propuso producir vino. Asimismo, la llegada eventual de una ola de inmigrantes italianos a partir de la década de 1870 resultó en un repunte de la producción de vino.

La llegada de multinacionales vinícolas como Moët & Chandon, entre otras, en los años setenta determinó el inicio de la modernización de la industria vinícola brasileña. “Chandon trajo consigo mucho conocimiento, técnicos calificados y equipos para la producción en gran escala, especialmente de vinos espumantes”, afirma Rogerio Dardeau, profesor de la Asociación Brasileña de Sommeliers de Río de Janeiro y autor del libro Gente, Lugares y Vinos de Brasil. “Creo que Chandon hizo contribuciones a la viticultura que se practicaba en el sur de Brasil. Sin embargo, no fue una contribución decisiva. Desde los años sesenta, contamos con escuelas técnicas de calidad en viticultura y enología”, declaró.
La vitivinicultura brasileña hoy en día
En la actualidad, los productores brasileños, que se cuentan en un número cercano a los mil cien, elaboran cada vez más vinos de calidad. “Hace veinte años, los vinos eran muy rústicos y quizás tenían algunos defectos”, confiesa Thiago Mendes, estudiante de Master of Wine y director de Eno Cultura, una escuela de vinos en São Paulo. “Hoy en día, sin embargo, tienen una acidez brillante, buenas frutas subyacentes, aunque algunos vinos pueden tener bastante roble. Otros vinos pueden ser bastante afrutados, pero de una manera muy sabrosa y herbácea, lo que es bastante europeo en comparación con los vinos argentinos o chilenos”.

Asimismo, la producción está en pleno crecimiento. En efecto, Brasil produjo 3,2 millones de hectolitros de vino en 2022, un aumento que supone el nueve por ciento con respecto al año anterior, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino. Más de 2,3 millones de dólares de ese vino se exportaron a Estados Unidos.
Así, aunque Brasil produce vino desde hace casi 500 años, la industria vitivinícola del país todavía está en proceso de definirse. Puede que eso sea algo bueno. Una industria vitivinícola que todavía está tomando forma tiene la capacidad de sorprender, deleitar e inspirar. “Brasil es simplemente un país asombroso”, dice Alejandro Cardozo, enólogo de EBV Urban Winery. “Los vinos de Brasil son tan variados y diversos que hoy en día, no hay ningún país en el mundo con tantas opciones de vinos, regiones y viñedos”.