El triunfo de Boca por 3 a 1 sobre Belgrano dejó más que goles y festejos en la Bombonera. El encuentro, correspondiente a la fecha 13 del Torneo Apertura, estuvo marcado por decisiones arbitrales controvertidas que provocaron fuertes quejas desde el lado cordobés. Quien tomó la voz principal fue Ricardo Zielinski, técnico del «Pirata», quien cuestionó duramente el rol del VAR y de los asistentes en jugadas clave.
Una de las situaciones más reclamadas fue la anulación del tanto de Nicolás Fernández, que pudo haber sido el 1 a 0 para Belgrano. Si bien fue sancionado fuera de juego por una milimétrica posición de Franco Jara, quien dio la asistencia, el “Ruso” no dudó en expresar su indignación: «Es finita para un lado o para el otro, pero siempre termina cayendo para el equipo grande», lanzó, visiblemente molesto.
El entrenador también remarcó cómo el segundo tanto del «Xeneize» desestabilizó emocionalmente a su equipo, que venía realizando un partido parejo. «Nos costó mucho después del segundo gol. El tercero ya nos dejó sin reacción y ahí Boca fue superior», reconoció, aunque evitó referirse directamente a otro gol anulado: el cabezazo de Lucas Menossi, invalidado por una supuesta infracción previa sobre Agustín Marchesín.
Boca se afianza y Zielinski deja un mensaje
Más allá del enojo de Zielinski, el conjunto de Diego Martínez logró sellar su pase a los Playoffs, al alcanzar los 29 puntos y mantenerse en la cima de su grupo. Detrás quedaron Argentinos Juniors con 26 y Tigre con 24, ambos aún con chances matemáticas, pero sin margen de error.
Por el otro lado del cuadro, San Lorenzo también abrochó su clasificación al superar a Atlético Tucumán, y se sumó al pelotón de líderes que integran Independiente y Rosario Central, los tres con 25 unidades. El «Rojo» y el «Canalla» aún deben disputar sus respectivos partidos frente a San Martín de San Juan y Platense, lo que definirá los cruces definitivos de la siguiente fase.
Mientras los números cierran para los grandes, las críticas de Zielinski reflejan una tensión persistente en el fútbol argentino: la sensación, compartida por varios entrenadores, de que las decisiones dudosas suelen favorecer a los clubes más poderosos. Una polémica que, lejos de apagarse, parece renovarse cada fin de semana.
