La sequía afecta gravemente a los cultivos de maíz y soja en regiones clave como Santa Fe, Entre Ríos y la zona núcleo pampeana. El campo en alerta por la sequía, según la Bolsa de Comercio de Rosario, el 45% de los lotes de maíz temprano y el 19% de la soja de primera se encuentran en condiciones regulares o malas. Estas cifras reflejan el impacto del estrés hídrico y la falta de lluvias en las primeras semanas de enero.
Las áreas más perjudicadas no solo enfrentan escasez de precipitaciones, sino también temperaturas extremas que intensifican el problema. Esta combinación amenaza con reducir significativamente los rendimientos, golpeando la economía de los productores y del país.
Impacto regional y mercados internacionales
El campo en alerta, esta situación no solo afecta a Argentina. Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil también experimentan condiciones climáticas adversas. En el plano internacional, las consecuencias ya se reflejan en el aumento de los precios de soja y maíz, ya que los mercados descuentan menores volúmenes de producción en Sudamérica.
En Argentina, el maíz temprano juega un rol clave al abastecer a sectores como los tambos y la producción de carne. Su deterioro impactará en la cadena agroalimentaria, generando preocupación por posibles alzas en los costos de estos productos.
Perspectivas climáticas poco alentadoras
El Servicio Meteorológico Nacional advierte sobre la continuidad de los domos de calor en el verano, con un alcance previsto en al menos 12 provincias argentinas. Mientras algunas áreas como La Pampa y el sudoeste de Buenos Aires podrían recibir algo de alivio, la mayoría de las regiones productoras no tienen un pronóstico favorable en el corto plazo.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos también alertó sobre un recorte en las estimaciones de producción de maíz y soja en Sudamérica, anticipando un panorama difícil para los próximos meses.
Preocupación y reclamos en La Rural
La Sociedad Rural Argentina señaló que la sequía, las altas temperaturas y la carga fiscal están poniendo en jaque al sector. Desde 2023, las pérdidas por estas condiciones ascienden a más de 20.000 millones de dólares, un golpe que aún resuena en el presente.
Aunque las primeras lluvias de enero generaron esperanza, su irregularidad mantiene a los productores en estado de alerta. La falta de agua afecta especialmente a los cultivos en etapas tempranas de desarrollo, amenazando su potencial de rendimiento.
Un llamado urgente a la acción
El campo en alerta por la sequía. Los productores agropecuarios enfrentan un panorama incierto. Sin lluvias en el corto plazo, los rendimientos de soja y maíz podrían caer drásticamente, afectando tanto al sector como a la economía nacional. La necesidad de medidas estructurales y políticas de apoyo se vuelve crítica para afrontar el impacto de esta sequía prolongada.