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ESPECTÁCULO

Alfredo Leuco contó la historia de un excombatiente: «Me corre un frío por la espalda»

El comunicador expuso un relato extenso en el ciclo radial que conduce todas las mañanas.

Alfredo Leuco

Alfredo Leuco dedicó un segmento de su último programa a homenajear a un excombatiente del Crucero General Belgrano. En su editorial por Radio Mitre, el comunicador se refirió a la historia de Santiago Elías Belozo, una persona que arriesgó su vida en esa etapa compleja para la Argentina por el conflicto bélico que de desarrolló.

En primer lugar, el periodista señaló: «Santiago Elías Belozo es un excombatiente del Crucero General Belgrano. Mire, se lo digo y me corre un frío por la espalda. Se lo digo con la voz más firme que pueda. Santiago es uno de los 770 sobrevivientes del hundimiento del Belgrano, tragedia de la que hoy se cumplieron exactamente, 40 años».

«Hace 40 años el submarino nuclear Conqueror lanzó dos torpedos ingleses que sepultaron para siempre al Belgrano a 3.000 metros de profundidad con la vida de 323 hermanos argentinos adentro. Estamos hablando de la mitad de los muertos argentinos en Malvinas. Santiago siempre se conmueve cuando piensa en aquel día. Se le calienta la sangre. Aprieta los puños. Pero cuando se encuentra con sus compañeros sobrevivientes siempre tiene una preocupación especial. La de encontrar a Serrucho, otro colimba como él que le dio la mano y le salvó la vida«, añadió después.

Posteriormente, Leuco relató: Santiago Belozo quería conocer el mar y lo conoció. De golpe se enteró que el mar es como el cielo pero abajo. Se salvó por un pelito porque un minuto antes se fue de la proa a tomar unos mates y por ese lugar entró un torpedo, una bola de fuego tremenda que desparramó la muerte por todos lados. Santiago no aparecía en las primeras y confusas listas. Sus padres vivían con el corazón en la boca y el llanto a flor de piel».

«Él no los llamó por teléfono porque no tenía un peso. Cuando finalmente llegó al barrio se hizo la luz. Vio a su vieja caminando por la vereda de Pompeya, con la bolsa del mercado en la mano y fue como volver a nacer. Como la mano de Serrucho. Se le puso al lado, respiró profundo y le dijo simplemente: -Hola, Mamá. Se abrazaron y lloraron como nunca. Se aferraron a la vida. Como si fuera una balsa», dijo para finalizar.